El fútbol le debía una al Deportivo después de tanta crueldad en los últimos cuatro años, con dos descensos y un sinfín de problemas dentro y fuera del campo. Visitaba el Camp Nou en la última jornada con la necesidad de arañar un empate para salvarse. Difícil objetivo, tanto que durante muchos minutos fue carne de Segunda. Parecía sentenciado tras el 2-0, pero supo sufrir y nunca perdió la fe. Todos creyeron y a hombros de Lucas Pérez y Diogo Salomão acabaron igualando un partido casi sentenciado. Ayudó el Barça, manso en la recta final. Dio facilidades y apenas achuchó, pero el mérito del Dépor es igualmente enorme. Muerto y resucitado en un abrir y cerrar de ojos. Golpe de fortuna y a la vez premio merecido a tanto sufrimiento acumulado, el de los jugadores y también el de su afición. Todos respiran. Todos celebran. Es lo que toca ahora, festejar, aunque pronto habrá que analizar todas las cosas, muchas, que se han hecho mal para que no se repitan. Ya habrá tiempo. Hoy toca saborear la machada en el Camp Nou. Milagrosa, como el hecho de salvarse con solo 35 puntos, un listón tan bajo que posiblemente jamás se repita. Bendita casualidad. El Dépor sigue Primera, que es la vida para el club, y eso es lo único importante.

El episodio de ayer quedará para siempre grabado en la historia del Deportivo. Porque acabó alcanzando el objetivo, pero también por cómo lo consiguió. Luis Enrique reservó a varios de sus titulares, aunque un once con Neymar y Messi es siempre temible aunque no quiera hacer mucho daño. El plan de Víctor era defender con todo el 0-0, descaradamente, sin renunciar a montar algún ataque aislado en velocidad o a balón parado. Lo malo es que este Barça no solo sabe superar defensas bien plantadas sino que ha aprendido a montar contras letales. Lo demostró nada más comenzar el encuentro, tras un córner a favor del Dépor del que nació el primer gol. Robaron los catalanes y salieron como flechas. Mathieu centró y Rafinha recortó dentro del área para asistir a Messi, que anotó de cabeza (m.5).

Nada cambió tras el tempranero gol de Leo. El Barça siguió monipolizando el balón y el Dépor continuó agazapado, muy junto y tratando de no recibir más goles para mantener viva una mínima esperanza. Por lo menos, con el 1-0 no estaba todo perdido. Lo peligroso de verdad era el elevado riesgo de que llegara un segundo tanto local que sí echaría por tierra casi todas las ilusiones coruñesas. Lo marcó Messi en el 14, aunque fue anulado por un fuera de juego inexistente. Un alivio para el Deportivo, como la doble parada de Fabricio solo tres minutos después, primero rechazando un gran disparo de Leo y luego con una mano salvadora al remate final de Pedro.

Al Barcelona no le hacía falta apretar el acelerador para plantarse con facilidad en el área. Triangulaba con precisión hasta encontrar cómo romper la tela de araña que Víctor tejió especialmente para la ocasión, con una línea de cinco por delante de los cuatro defensas. Todo eran malas noticias, incluida la lesión de Canella poco antes del descanso. El técnico apostó por dar entrada a Medunjanin y recompuso la zaga con Álex como improvisado lateral derecho.

Un panorama desolador para el equipo coruñés, y más teniendo en cuenta la goleada del Eibar y el triunfo momentáneo del Almería. No iba a haber ayudas en otros campos. Si el Dépor quería salvarse, sus opciones pasaban por arañar algún punto ante el Barça. Ese era su único partido, el del Camp Nou. Todo o nada. No había más opciones, pero sobre el césped había pocos motivos para la esperanza, casi ninguno. El Deportivo seguía muy junto y ordenado, pero sin ese punto de agresividad para acabar con el baile del Barça.

El rondo colectivo parecía no tener fin e incluso el homenajeado Xavi se animó a buscar su golito con un disparo lejano. Fabricio mantenía con vida al equipo coruñés, sin apenas presencia en campo contrario. Solo algunos escarceos aislados de Salomão, y nada más. Insuficiente para hacer verdadero daño a un rival como el Barça, por mucho que estuviera más pendiente de su fiesta que de mandar al equipo coruñés a Segunda.

La segunda parte comenzó igual que la primera. El Deportivo no dio un paso al frente sino que siguió caminando sobre el alambre a la espera de algún zarpazo aislado. Ese era su plan, dejar pasar los minutos con el 1-0 y adelantar líneas en la recta final en busca del gol salvador. Mucho riesgo. Demasiado con Neymar y Messi enfrente. Entre los dos fabricaron el 2-0. Asistencia del brasileño y remate a placer de Leo (m.59). Con media hora por delante, todo parecía perdido para el Deportivo. No tenía más remedio que irse hacia arriba a buscar un gol con el que volver a meterse en el partido. No fue un gol, fue un golazo. Directo a la escuadra el zurdazo de Lucas. Imparable para Masip y para cualquier portero, incluso para Bravo si hubiera jugado (m.67).

El Dépor volvía a creer ante un Barça que dejaba hacer mucho, lo suficiente como para llegar cada vez con más gente al área local. Solo tres minutos después del 2-1 una falta lateral casi la transforma Medunjanin en el empate. Lo evitó el larguero, pero por lo menos esa ocasión tan clara sirvió para que el equipo coruñés se lo acabara de creer definitivamente. Quedaba poco tiempo y había que hacer un último esfuerzo para encontrar ese gol salvador porque solo un tanto separaba al Dépor del objetivo. Lo buscó con fe, con corazón, con verdaderas agallas. Todos a una a por ese empate que encontró Salomão prácticamente de la nada, tras un par de rechaces a la salida de otra falta lanzada por Medunjanin (m.76). Gloria bendita para el Dépor y para el portugués, que acaba como héroe una campaña sin apenas protagonismo hasta ayer. Solo quedaba colgarse del larguero y defender con uñas y dientes el 2-2. Y eso fue lo que hizo el equipo coruñés, encerrarse de nuevo en su área ante un Barça sin malicia ni intención para buscar el tercero.