Sin hacer un partido brillante, el Deportivo dio motivos para la esperanza y la ilusión a los más de 23.000 aficionados que presenciaron su debut oficial de la temporada. El empate sin goles ante la Real Sociedad es un buen punto de partida, sobre todo porque viene acompañado de varios detalles alentadores. Algunos son nombres propios, como los de Fayçal Fajr o Pedro Mosquera, y otros son méritos colectivos. Se atisba un Dépor siempre valiente en Riazor, presionando muy arriba y queriendo el balón no para amasarlo sin más, sino para buscar la portería contraria. Y se intuye un bloque junto y bien armado, bastante más compacto que el que arrancaba la Liga hace un año perdiendo en Granada. No encajar teniendo enfrente a Jonathas, Vela y compañía tiene mucho mérito, por más que Lux hiciera buenas paradas y que esta Real aún esté muy lejos de su mejor versión.

Primera parte entretenida, sin goles, pero reveladora de que este Dépor dispone de bastantes más recursos ofensivos que la pasada temporada. Sobre todo, mucha capacidad para asociarse. Al público le gustó ese fútbol combinativo, aunque de momento resulte más vistoso que eficaz. Mucha triangulación y demasiado balón al pie. Al Deportivo le faltó aprovechar los espacios por fuera para sorprender a la ordenada defensa rival. Casi siempre eligió el pasillo central para tratar de hacer daño y así le resultó muy difícil llegar al área. Menos exploró las bandas pese a las buenas apariciones de Cani, que fue de más a menos, siempre con mucha libertad para mezclarse con Fayçal dejándose caer al centro. El francomarroquí destacó sobre todo por su gran movilidad. Es capaz de iniciar la jugada por delante de la defensa y plantarse en un abrir y cerrar de ojos en el área contraria en la misma acción. Un futbolista de ida y vuelta, igual que Pedro Mosquera, con mucha precisión en el golpeo para descargar jugando en largo. Gustaron los nuevos, incluido Fernando Navarro, muy seguro para cerrar su banda y sin renunciar a ayudar en ataque.

Víctor optó por Lucas para actuar de nueve. No es una referencia como puede ser Oriol Riera, pero le da otras cosas al equipo. Oxigena a sus compañeros bajando a recibir, es un incordio permanente para la defensa rival y no para de tirar desmarques en busca de su oportunidad. Pocos balones en condiciones le llegaron al coruñés, demasiado desasistido pese a su empeño por aparecer. Aun así entró bastante en juego, aunque casi siempre lejos del área.

El Deportivo dominó con claridad durante el primer cuarto de hora, hasta que la Real igualó en méritos con varios acercamientos peligrosos. Un disparo desviado de Fayçal a los cinco minutos fue la única llegada con relativo peligro del equipo coruñés en la primera media hora. Tuvo mucho el balón y lo hizo circular con criterio, pero le faltó precisión para el último pase y un poco más de amplitud. Menos posesión necesitó la Real para fabricar ocasiones. La primera de Jonathas, una chilena desviada, fue solo un aviso. Solo seis minutos después, en el 24, el brasileño acarició el gol en un mano a mano ante Lux en el que el argentino fue el más listo. Esperó hasta el momento justo para saltar, interceptando el balón cuando la grada ya se temía lo peor. Susto, y grande, para el Deportivo, que desde ese momento pasó de dominador a dominado. La Real se sentía cada vez más cómodo con el paso de los minutos y ya casi no permitía acercamientos del equipo local. Solo desde lejos pudo golpear el Dépor en la recta final de la primera parte. Borges, en el 37, firmó el primer disparo entre los tres palos. Desde fuera del área y sin apuros para Rulli, que sí tuvo que emplearse más a fondo para detener el zapatazo de Mosquera justo antes del intermedio.

Peor que la primera parte arrancó el Deportivo la segunda, como con menos convicción de salir a por el partido de forma descarada. Lo aprovechó la Real para hacerse fuerte en campo contrario, aunque poco le duró ese dominio. Solo ocho minutos, los que tardó Borges en enchufar de nuevo a todo el equipo con un gran golpeo que obligó a Rulli a tener que hacer una gran estirada para evitar el 1-0.

La presión local ya no era tan asfixiante como al comienzo del partido. Al Dépor le empezaban a fallar las fuerzas y le seguían faltando ideas para convertir en ocasiones sus buenas triangulaciones de tres cuartos de campo en adelante. A falta de lucidez en los metros finales, el equipo coruñés echó mano a la pizarra de Víctor para generar peligro a balón parado. Tras un córner bien trabajado, con pase corto y toque atrás, acabó marcando Lucas, aunque en fuera de juego.

Faltaba menos de media hora para el final y el técnico empezó a buscar soluciones ofensivas recurriendo a Oriol Riera para jugar junto a Lucas en punta. Fayçal pasó a la banda izquierda y desde esa posición siguió creando peligro. En el minuto 66, él mismo provocó una falta al borde del área para lanzarla con precisión. Rulli, de nuevo providencial, rechazó el balón cuando la grada ya se disponía a cantar gol.

El Dépor se desmelenaba y la Real esperaba su momento. Lo tuvo Vela en dos ocasiones muy seguidas, la primera salvada por un pie milagroso de Lux. El argentino intervino muy poco pero hizo dos paradas de gran mérito, una en cada parte, que evitaron sendos tantos visitantes. Determinante, aunque no tanto como su compatriota Rulli para la Real. Lucas le obligó a ampliar su recital de paradas con un disparo seco desde la izquierda a falta de un cuarto de hora. Fue una de las últimas llegadas claras del Deportivo, que vio cómo el partido acabó jugándose más en su propio campo que en el contrario. Incluso Lux volvió a aparecer en esa fase para neutralizar los últimos arreones de los vascos. No merecieron más que un empate, aunque suyas fueron las ocasiones más claras. Al final, reparto de puntos que deja bastante satisfechos a los dos.