El pasado inmediato solo producía zozobra y desasoiego cada vez que el equipo saltaba al campo, y solo la fe inquebrantable y el empuje de una afición ejemplar mantenía viva la esperanza de victoria, pero con nulos argumentos futbolísticos, viendo lo que pasaba en el verde después.

Esta temporada, después de dos jornadas disputadas, la decoración ha cambiado de forma sustancial. Siendo el fútbol un juego que emociona, ya nos podemos sentar esperanzados porque los argumentos que esgrime el equipo son otros. Si siempre insistimos en que el "fútbol es de los futbolistas" los fichajes y nuevas incorporaciones le han cambiado la cara al equipo.

Pero sobre todo me gustaría seguir destacando por su influencia en el juego y en el resto de sus compañeros a un hombre: Pedro Mosquera. Es el prototipo de mediocentro moderno, en una posición donde se cocina el juego. Capaz de manejar los tiempos, alternar el juego largo con el corto e incluso desgastarse en tareas defensivas, menos gratas siempre para futbolistas que tienen su tipo de perfil, su llegada ha sido toda una bendición.

Además ha resultado determinante la actuación de Germán Lux con sus intervenciones en ciertos momentos de pájara que ha tenido el equipo durante estos dos partidos. Otra grata noticia, después de su injusta salida del once el año pasado, pese a que su sustituto Fabricio fue el mejor futbolista de largo durante la campaña del sufrimiento.

Por tanto,buenas noticias el poder jugarle de tú a tú en su campo a todo un Valencia, equipo de Champions... Algo que ya se nos había olvidado y que sigue dando pie a alimentar la ilusión de un futuro inmediato mejor, siempre que venga acompañado de alguien que pueda materializar las llegadas al área que (ahora sí) está generando el equipo.