Este Dépor es mejor, cuenta con más materia prima. Ni más ni menos. Cuando tiene las ideas claras, presiona y se arma, solo tiene que esperar a que el duelo madure y aflore su calidad ante rivales de su nivel. Trabajo como paso previo al premio. Cuestión de tiempo. Ya sea con un dulce asesino como Fede Cartabia o con la descarga eléctrica del gol de Fayçal. El Dépor, lejos de su versión desbocada y descuidada de hace cuatro días, salió triunfador de Sevilla ante un Betis inofensivo. Segunda victoria seguida fuera de casa. Antes le costaba siete meses, ahora lo hace cada quince días. Algo ha cambiado en A Coruña.

Cambió tanto el ritmo con respecto al duelo del Sporting que el inicio del partido parecía una película pasada frame a frame. De los tiros, de los goles de Sanabria a la alta presión blanquiazul y el atasco en la creación del Betis. Era menos vistoso, al Dépor le rentaba más. La apuesta de Víctor es de las que no admite grises. Alineó a Fede, Cartabia, Juan Domínguez y Luisinho, aunque el verdadero golpe llegaba al ver en el banquillo a un futbolista que lo es todo en este equipo Lucas. Es difícil imaginar un escenario en este Dépor en el que el coruñés no sea protagonista y más a principio de temporada. Solo el resultado respalda la decisión de Víctor.

Lo que era innegociable y no variaba eran las líneas adelantadas y la intensidad defensiva arriba. Esas maniobras incomodaban sobre manera al Betis, que se enrocaba en su propia lentitud y tenía que recurrir a desplazamientos en largo sin precisión. Solo algunos robos inquietaron a los blanquiazules. En una de esas acciones, Lux habilitó de manera incomprensible un ataque que pudo ser el 1-0 casi sin despeinarse. Rubén Castro reclamó penalti mientras se dejaba caer al toque de una pluma. Gil Manzano no apreció la intensidad necesaria en el contacto para tomar una decisión tan radical.

El partido seguía espeso, lento, de párpados pesados. Hubo que esperar a la media hora para que las imprecisiones y el cansancio aumentaran el ritmo y el espectáculo. Todo sin excesos, pero in crescendo. Ahí Fede empezó a destapar su aroma después de fajarse al principio con Vargas. Tenía más libertad, caía a una banda, gambeteaba más suelto. Primero fue un taconazo que habilitó una contra de Sidnei, luego un disparo a la base del palo. Fue el anuncio de lo que estaba por venir, tanto del argentino como del duelo. Tocaba aumentar revoluciones.

Toda la tranquilidad de la primera parte fue velocidad, alternancia y desasosiego en la segunda. El corsé saltó por los aires. Se sucedían los ataques, el cansancio pesaba y descolgaba el duelo. En ese contexto, Cartabia seguía pidiendo la pelota, gustándose. Y llegó su momento. Fede es diferente, también discontinuo, pero cuando es capaz de hacer fluir su fútbol, crea jugadas, remates y goles únicos. Así Adán vio volar un balón por encima de sus manos que acabó en el palo y en la red. Inalcanzable. El Villamarín enmudeció con este disparo desde treinta metros. El argentino lo celebró con rabia y salió disparado hacia su amigo Lux. El crecimento de Cartabia supondrá el despegue del Dépor.

El panorama era más que idílico. El equipo había sido capaz de asestar un golpe por calidad en un duelo igualado, a pesar de haber rotado con profusión en ataque. Pronto llegarían los titulares y la situación sería aún más favorable. Todo se desmoronó en cinco minutos. Los castillos en el aire no fueron más que eso en los pies de Ceballos y Petros. 1-1. Justo cuando al Betis le podía la ansiedad y dudaba más que nunca. Vuelta a empezar.

Víctor recurrió entonces a la caballería mientras su rival también refrescaba sus ejercitos. El Betis, empujado por el Villamarín, veía factible la remontada. Más corazón que fútbol. El Dépor no se echó atrás. Pidió la pelota y sin avasallar empezó a hacer méritos hasta que surgió la chispa.

Luisinho, Borges, Fayçal... Tres calambrazos que le dieron un triunfo y que le retrataron. Este Dépor es más Dépor cuando corre, con espacios, cuando está un punto más fresco que su rival. La jugada fue de tres toques, rápida, como un hachazo. Cuando su rival se quiso dar cuenta, el francés ya celebraba. Premio a la calidad y a las ideas claras. Al Betis le seguía consumiendo su incapacidad y ahora el marcador. Lo intentó, lo intentó. No era su día, hoy ganaba el Dépor. A Coruña sonríe rozando la Europa League, pero sobre todo respira y mira el futuro con optimismo.