Hacía mucho tiempo, casi una temporada entera, que el Deportivo no se daba el gustazo de dedicarle a su afición una victoria tan holgada y brillante como la de ayer. Desde aquel 3-0 al Valencia no ganaba un partido así, con semejante suficiencia. Entonces agonizaba, luchaba por la supervivencia. Ahora, en cambio, disfruta y hace a la gente disfrutar. Tiene mérito golear al Espanyol, otro de los equipos de moda de la Liga. También lo es el Dépor, instalado desde ayer en puestos europeos. Un dato anecdótico, porque el objetivo sigue siendo el mismo, la permanencia, pero al mismo tiempo ilusionante. Para los jugadores y, por supuesto, para la afición. Queda un largo camino hasta la meta, con mucho sufrimiento por delante, pero definitivamente hay motivos para aspirar a un desenlace menos dramático que el del curso pasado. Esa es la meta, salvarse cuanto antes sin tener que esperar a la última jornada, y el Dépor ya ha avanzado un cuarto del camino, como mínimo, con esos 11 puntazos en su casillero. Son suyos. Ya no se los quita nadie.

Todo fueron buenas noticias para el equipo de Víctor. No encajó gol, le hizo tres a un rival que llegaba más descansado y en racha, y comprobó el crecimiento de algunas individualidades, como las de Lucas Pérez o Luis Alberto, que multiplican el rendimiento colectivo. Entre todos forman un bloque sólido atrás y contundente arriba, muy superior a un flojo Espanyol, sin capacidad de respuesta cuando se vio por debajo en el marcador.

Con nota superó el Dépor el examen pendiente que tenía en Riazor, donde se le resistía el triunfo pese a la buena imagen ofrecida ante la Real Sociedad y el Sporting. Un mal arranque, nefasto, condenó a los coruñeses frente a los asturianos el domingo anterior. Ayer, en cambio, fue otra historia. Tenía la lección bien aprendida y salió al campo mucho más metido en el partido, sin tantas ansias por atacar desatado desde el minuto 1. No le importó que el Espanyol tuviera más el balón en los compases iniciales. Era un rival vistoso, con mucha capacidad para asociarse y triangular, pero con un punto de fragilidad atrás que había que aprovechar. El Dépor mostraba problemas para armar fútbol desde su propio campo pese a la insistencia de Mosquera por iniciar las transiciones ofensivas. En cambio, se sentía a gusto con espacios, los que le encantan a Luis Alberto y Lucas para hacer de las suyas. Diez minutos tardaron en asociarse cerca de la portería para generar la primera ocasión clara, que culminó el coruñés con un disparo demasiado cruzado. La pareja de moda regresaba al once tras descansar de inicio el jueves ante el Betis. Víctor siguió con sus rotaciones y también echó mano de Lopo, Juanfran y Oriol Riera para refrescar su alineación. Cinco cambios, todos efectivos.

Desde muy pronto pintaba bien el partido para el Deportivo, y más tras el regalo de Álvaro en el 0-1. Falta bien lanzada por Fayçal y gol en propia meta (m.14). El Espanyol acusó el golpe. Le costó levantarse de ese mazazo y el Dépor lo aprovechó para pasar a dominar de forma clara. Fayçal y Luis Alberto acariciaron el gol antes de que llegara el segundo. Balón al espacio de Luis Alberto y remate final de Lucas (m.27). El coruñés sigue en estado de gracia, dinámico y veloz, con esa chispa justa para marcar diferencias. El Dépor tenía el partido donde quería. Se sentía cómodo con y sin balón ante un Espanyol que solo dio señales de vida en la recta final del primer acto, generando cierto peligro, aunque insuficiente para encontrar el gol.

Diop chutó al poste desde fuera del área y Asensio disparó arriba acto seguido. Dos llegadas claras, pero estériles. Le faltó pegada a los pericos parar meterse en el partido, porque nada más comenzar el segundo acto el objetivo de la remontada se convirtió en una misión imposible. El 3-0, de nuevo a la contra, echó por tierra todas las ilusiones visitantes de pescar algo en Riazor. Borges regaló el gol a Lucas para ampliar la ventaja y desatar la fiesta total en las gradas (m.47).

Partido sentenciado con toda la segunda parte por delante. El Espanyol intentó maquillar el resultado, pero no hizo demasiado para encontrar ese gol del honor. Más llegó arriba el Dépor, empeñado en redondear la tarde con más tantos. Víctor hasta se permitió el lujo de dar entrada a Laure para jugar de lateral izquierdo. Otro invitado más a la fiesta, en la que también se quiso colar Oriol Riera, incansable en el trabajo y dispuesto a regalarse un gol con el que empezar a coger confianza. Es de lo que viven los delanteros, como Lucas, ya con cuatro en su cuenta particular. En cambio, la de Riera sigue a cero pese a su insistencia por mojar, incluido un disparo al larguero. Mereció el cuarto pero le faltó esa pizca de suerte imprescindible, justo la que le acompaña al coruñés en este arranque de campaña tan dulce.

Sergio González recurrió a Burgui y Mamadou en busca de alguna tímida reacción, pero el 3-0 fue una losa demasiado pesada. Definitivamente, no era la tarde del Espanyol y sí la del Dépor, que hacía disfrutar a la grada con una victoria contundente, sin paliativos. Muchos aplausos del público y algunas ovaciones cerradas, como la que le brindó a Álex Bergantiños en el momento de entrar en el campo. Tuvo sus primeros minutos esta temporada para ayudar a mantener el dominio en la zona ancha. El público le dio una calurosa bienvenida, aunque no tan ferviente como la despedida que le dedicó a otro coruñés: Lucas Pérez. Partidazo del de Monelos, incluidos dos goles y decenas de desmarques. Habilidoso en el regate se mostró su sustituto, Fede Cartabia. De falta directa acarició el gol el argentino en una recta final que se le hizo especialmente larga al Espanyol, en inferioridad numérica los últimos diez minutos tras la expulsión de Diop. No era cuestión de hacer más sangre sino de administrar la ventaja y convertir los minutos que faltaban en un auténtico rondo. Eso hizo el Dépor, gustarse para certificar su primera victoria de la temporada en casa. Y de qué forma.