Solo la transformación de Lucas Pérez en delantero alivia las cifras de los jugadores llamados a llevar el peso goleador del equipo en este inicio del campeonato. La sorprendente adaptación del coruñés al puesto y sus números son los que maquillan un rendimiento muy pobre del resto de jugadores de ataque, instalados en el comienzo de Liga en el gafe y las dudas. Ayer la alternativa fue de nuevo para Oriol Riera, que no consiguió espantar las dudas de este arranque de Liga.

La personalidad del equipo, más propenso a la velocidad y a las transiciones rápidas, acrecienta la incomodidad del delantero, pero tampoco Jonathan Rodríguez ha conseguido adaptarse a pesar de que su perfil se adapta mejor a esas características.

Ambos permanecen inéditos en el campeonato, peleados con un gol que se les resiste y que empieza a transformarse en ansiedad. Oriol Riera volvió ayer a estrellarse contra los palos, al igual que ya le ocurriera contra el Espanyol. Suya fue la mejor ocasión en un encuentro en el que pasó prácticamente desapercibido, sin ocasiones y sin apenas participación en el ataque. En la única en la que consiguió conectar con Lucas Pérez recibió en la frontal del área y trató de ajustar tanto el disparo que envió la pelota a la madera.

La aportación de Lucas (cinco goles) es la que sostiene al ataque deportivista, mermado por la sequía de sus delanteros, que sin embargo tampoco han encontrado la continuidad durante este primer tramo del campeonato. Víctor Sánchez del Amo decidió apostar por el coruñés como referencia arriba, soslayando a las dos incorporaciones del club para ese puesto. Cuando Lucas no ha sido el delantero del equipo, Oriol y Jonathan se han repartido las oportunidades. Ninguna, no obstante, las ha aprovechado. El uruguayo acabó desquiciado en Sevilla contra el Betis después de fallar un remate a puerta vacía. A Oriol, por su parte, se le atragantó contra el Espanyol un remate que también golpeó en la madera, marró una ocasión clara en la remontada ante el Athletic y ayer le faltó la pizca de suerte en su única oportunidad. El gafe se mantiene vigente para él.