Dos empates y una derrota, lo más parecido a un bache que ha atravesado este equipo. Atisbo de crisis, esa situación inevitable que mide a los proyectos y que descubre si su fiabilidad tiene recorrido o solo fue un bonito sueño otoñal. Y en esa encrucijada se encuentra el Dépor, que generó inquietud en Málaga, no por perder, sino por ser la primera vez que se le vio sin respuesta ante un rival. Ni siquiera ante el Athletic y con un peor panorama.

Como todo bloqueo o imposibilidad, nace de una mezcla de méritos propios y ajenos. Su contrincante le hizo sentirse incómodo, le ahogó, buscó los puntos ciegos de su fórmula de éxito. Pero los blanquiazules no estuvieron a la altura ni buscaron alternativas tácticas, técnicas o motivacionales, donde de manera inconsciente también fueron superados. Un resbalón avisa y recoloca, no ciega. Lo que se ha visto futbolísticamente en estos dos primeros meses es lo más parecido a una revolución 2.0 en A Coruña. Fiabilidad, intensidad, velocidad y grandes individualidades. Ahora le toca a Víctor y a sus jugadores recuperar su mejor versión y afinarla, justo cuando los grandes están a la vuelta de la esquina. 3.0.

El viernes tiene la primera prueba y no una cualquiera. El Atlético de Madrid con Jackson en plena rehabilitación. Un equipo Champions no parece la mejor alternativa para una situación de dudas. Aun así, si el Dépor es capaz de parecerse a lo que ha sido el 90% de esta temporada, tiene todas las virtudes para hacer daño a los grandes. Sabe armarse, presiona arriba, juega con espacios y ritmo... El único inconveniente a este plan perfecto es que los rojiblancos muchas veces no se muestran como un equipo de su condición. Hace unos meses en Riazor Simeone plagó su apuesta de pivotes y Víctor naufragó en la batalla del centro del campo. A ver por dónde discurren las escaramuzas en unos días, pero Borges, Pedro Mosquera y Fayçal en el centro parecen innegociables. ¿Volverá a estar solo Lucas arriba? La palabra la tiene el técnico.

El Dépor ha ganado y ha perdido con y sin delantero. Con Oriol, con Jonathan, sin nadie. Tirando de Fede, de Juanfran o de casi cualquiera. Los resultados han avalado muchas veces las decisiones y las rotaciones de Víctor, pero parte de las incomodidades blanquiazules vienen de sus dos puestos débiles (delantera e interior diestro) y de cómo encajar a los otros nueve futbolistas en esa realidad. Se estira, se extrema el modelo y cuando se tira de un lado, de otro... Este déficit está ahí de fondo e influye, no explica ni mucho menos la derrota de Málaga, que vino más por un fallo general a todos los niveles, por la Mosqueradependencia y por la prueba a la que le sometió el Málaga y que no fue superada.

Jonathan y Luisinho

Por novedosa, la ausencia en la lista de Juan Domínguez, al que siempre se le ha esperado, centró todas las miradas el pasado viernes. Hay presencias en la grada que merecen más atención que la suya por su necesidad de cara al futuro.

Luisinho ya tiene el alta desde hace quince días. Su último partido fue en septiembre en Sevilla, donde, si no fue el mejor del Dépor, estuvo bastante cerca. El fútbol moderno ha aparcado en un cajón la idea de los interiores que juegan en su banda natural. Habrá que aceptarlo, pero siendo, junto a Navarro, el único zurdo en la plantilla que parte desde ese costado, cuesta no verlo como una alternativa de banquillo. Y más cuando Cani viene de una lesión, Jonás busca el punto de forma y él es un futbolista asentado en este equipo. No hay que darle tiempo. Rotaciones de dos velocidades.

Un caso diferente es el de Jonathan, al que se le ha visto por ahora lejos de ser un delantero decisivo para la Liga. Ha tenido oportunidades, no presencia continuada en el equipo. Dos titularidades, tres partidos sin ni siquiera banquillo. Si Oriol estuviese en racha, no sería una gran preocupación. La realidad es otra y el conjunto coruñés sigue necesitando goles de un nueve, no solo de Lucas. Cuantas más semanas pase fuera, más cerca estará el uruguayo de Lisboa y el Dépor, de acudir al mercado. Otra vez.