Ni el frío, ni la amenaza de lluvia, ni el horario (22:05) frustraron la fiesta del primer derbi gallego de la temporada entre el Deportivo y el Celta en el estadio de Riazor, que rozó el lleno y guardó un respetuoso minuto de silencio por las víctimas de los atentados de París con la etiqueta 'Todos somos Francia' en los videomarcadores.

Antes de que Riazor se acordara de Francia con los onces de ambos equipos en el círculo central, la fiesta del fútbol gallego ya había comenzado con un mosaico de 30.000 cartulinas en todas las gradas del estadio a excepción de la que ocuparon los 630 aficionados que adquirieron las localidades que puso a la venta el Celta en Balaídos y que se agotaron en cuestión de horas.

Celtistas y deportivistas se unieron para cantar el himno gallego con la ayuda de los videomarcadores y minutos después, el balón echó a rodar en un derbi que había sido declarado de alto riesgo.

Un amplio operativo de seguridad, con más de 200 efectivos de la Policía Nacional, mantuvo el orden antes y durante el encuentro, en el que todo transcurrió con relativa normalidad a excepción de las bengalas y el lanzamiento de algunos botellines que superaron el cordón policial cuando llegó el bus del Celta a Riazor.

El clásico del fútbol español entre el Real Madrid y el Barcelona (0-4) mantuvo a la mayoría de los aficionados pendientes de la televisión en los bares próximos al estadio de Riazor hasta que, con el marcador ya resuelto, el deportivismo empezó a trasladarse a la fachada principal del campo.

A dos horas del encuentro y bajo la lluvia, cientos de seguidores del Deportivo recibieron a los autobuses de los dos equipos, que llegaron prácticamente a la vez y coincidieron en la calle.

Primero fue el de los locales, que estrenaron para la ocasión un vehículo al que han calificado como el mejor del fútbol español, con numerosas comodidades, entre ellas monitores en cada asiento, wifi y un salón privado.

Con la plantilla del Deportivo aún accediendo a Riazor, llegó el bus del Celta, que desde ese momento fue consciente del ambiente que le esperaba en el partido.

Sus aficionados entraron al estadio una hora antes de que comenzara el partido, también con protección de la Policía Nacional, mientras que el Deportivo pidió a sus aficionados que accedieran con antelación al campo y les incentivó con el sorteo de un viaje con el equipo a Las Palmas, próximo destino de los blanquiazules, y una camiseta firmada.

Las medidas de seguridad se reforzaron para la ocasión y no se libraron de ellas los periodistas, que tuvieron que mostrar el documento nacional de identidad para que la seguridad privada lo cotejara con la acreditación antes de proceder a abrir las mochilas para comprobar su contenido.

Con Riazor prácticamente lleno, la mejor entrada de la temporada, el balón fue el protagonista y el Deportivo fue el que, bajo la lluvia, se llevó el triunfo en la fiesta del fútbol gallego.