El colegiado aragonés va por los campos de fútbol como aquel que tiene que poner un agua en cualquier lado. No se le ve metido en el partido y pita de forma automática, de la misma manera que saca, o no, las tarjetas. Ayer pudo expulsar a David Simón, pero le perdonó la segunda amarilla -muy clara la amonestación- porque en la primera se había equivocado como casi siempre.