Hemos tenido los tres puntos, dirán algunos. Otros, que ante un rival como el Sevilla, un punto no es mal resultado, que la forma de conseguirlo y el aporte de autoestima que debe conllevar el partido jugado el sábado, supone casi tanto como haber ganado.

Y es que en Riazor se presentó un equipo dificilísimo de combatir y contrarrestar. El potencial físico y técnico que tienen los futbolistas del Sevilla no lo convierten en imbatible, pero sí en un conjunto que no te da respiro a la hora de combatirlo, y te muestra el peligro en cada acción ofensiva suya.

A pesar de ello, el Deportivo no solo supo encarar el partido con determinación, sino que superó al Sevilla en la mayor parte de los 90 minutos y sus añadidos, al que fue ganando hasta casi el final del encuentro.

Con una defensa muy adelantada, las líneas muy juntas y una fuerte presión, el equipo andaluz ahogaba la elaboración del juego del Dépor en el centro del campo, obligándole a saltarse la medular para buscar directamente a Oriol Riera y Lucas Pérez.

Sin tiempo casi a comprobar la eficacia del diseño ofensivo de Víctor Sánchez, sobrevino el primer inconveniente.

La lesión de Oriol dejó al Deportivo huérfano de posibilidades en los balones aéreos ante un equipo que tiene uno de sus puntos fuertes en ese aspecto del juego, y de un futbolista referencia al que buscar en largo para esperar la llegada de compañeros en segundas jugadas. Recurso que el Dépor tenía para salvar ese poderío del Sevilla en el centro del campo.

Por ahí empezó a demostrar el Deportivo su crecimiento y capacidad de sufrimiento, porque en la primera parte, ante la falta de esa referencia, menguadas las acciones ofensivas al perder potencial rematador a los centros laterales, el no llegar a finalizar las jugadas en ataque, el partido se hizo de ida y vuelta aumentando las dificultades para contener las llegadas del Sevilla, sobre todo por el flanco derecho del Deportivo.

Aun así, y a pesar de haber perdonado en una situación de uno contra uno, en una posterior jugada a balón parado y con cierta ayuda, Lucas puso por delante al Dépor en el marcador. Esto, a pesar de que las ocasiones más peligrosas sucedían en el área local, incluyendo un lanzamiento directo que amagó con entrar por la escuadra derecha de la portería de Lux.

La segunda parte ofreció más igualdad y quizá menos sufrimiento defensivo para el Deportivo, puesto que se replegó un poco y trató de juntarse más para evitar dejar espacios al Sevilla. Con todo, el partido se disputó más cerca de las áreas en este segundo periodo, con el Deportivo más contragolpeador, encontrando más líneas de pase a las espaldas del rival.

Y surgió la desconcentración.

A escasos 15 minutos el final, cuando ya el Sevilla había puesto en juego todo lo que tenía, y aparentemente el partido estaba más controlado por el Deportivo, llegó el gol rival.

Una acción blanda del Deportivo, tanto en su inicio como en la finalización... ahí quedó grabado lo peor del partido. El borrón que todo buen escribano echa.

Lo mejor... la respuesta del equipo ante un rival de mucha entidad, al que superó en la mayor parte del encuentro.

A título individual cabe destacar el impecable partido de Alejandro Arribas.