El gran éxito del Deportivo esta temporada es que dispone de un buen número de jugadores que saben competir en beneficio del grupo. Movimientos ofensivos y defensivos del Dépor, tanto individuales como colectivos, los realizan todos los jugadores del equipo a medida que las exigencias del partido lo solicitan y no cometen el error de creer que son los defensas quienes deben destruir el fútbol del adversario y solo los delanteros los que deben progresar en el juego.

Víctor está alternando en el sistema la opción de jugar con uno o dos puntas según las bajas y las circunstancias. Eso fue lo que ocurrió el sábado. El Deportivo compitió bien tanto con once jugadores en el terreno de juego como cuando se quedó con uno menos. Es más, a partir de ahí y en inferioridad es cuando compitió mejor.

El primer tiempo fue muy igualado y de gran disputa, de muchas alternancias en el juego, con pocos errores en los dos equipos (el Eibar también compitió bien a pesar de las numerosas bajas), con llegadas al área adversaria en donde las defensas se impusieron a las delanteras y, por lo tanto, con poco trabajo para los porteros.

El segundo tiempo discurrió por los mismos derroteros hasta que llegó la expulsión de Luisinho y cuando parecía que el Dépor se replegaría para mantener el resultado y que el Eibar nos iba a arrollar, para mí fue cuando mejor lo hizo, ofensiva y defensivamente.

Individualmente, Arribas por abajo y, sobre todo en el juego aéreo, estuvo magnífico. El trabajo de Álex Bergantiños, proporcionándole el equilibrio necesario a la defensa y al ataque, y con un enorme recorrido, también fue magnífico. Los grandes desmarques de ruptura y los cambios de ritmo de Lucas Pérez, llevando la pelota pegada al pie, extraordinarios (hay que pensar en el mercado de invierno, en reforzar esa línea por si acaso; ¡tocamos madera!). Mosquera, en su línea.

De seguir así, se va a cumplir con creces mi pronóstico para el mes de marzo.