La Real Sociedad estuvo a punto de fulminar al Deportivo en su antiguo campo de Atocha en la temporada 1991-92, la primera de los coruñeses en Primera División después de cerca de dos décadas lejos de la elite. Aquel partido concluyó con empate (1-1) y también con una disculpa del árbitro a los blanquiazules cuando coincidieron por la noche en el hotel. Teodosio Hernández Velázquez, un vallisoletano adscrito al colegio castellano-leonés, había pitado penalti de Canales, portero deportivista, a Kodro en los primeros minutos del encuentro, una acción que en el campo pareció muy clara pero que la televisión demostró que no había existido. El árbitro, una vez vio las imágenes a través de la tele, pidió perdón por su error a la expedición blanquiazul.

El Deportivo llegó a Atocha en el puesto 17º de la clasificación -aquel año descendían los dos últimos y los clasificados en los puestos 18º y 17º promocionaban- con 25 puntos, dos más que el Valladolid y el Cádiz y tres sobre el Mallorca, último en la clasificación. El equipo dirigido por Arsenio Iglesias necesitaba puntuar para salir del pozo de la clasificación y a punto estuvo de no hacerlo por un error arbitral. Hernández Velázquez pitó penalti tras ver caer a Kodro ante la salida de Canales en el interior del área blanquiazul. Un penalti claro para todos los que estábamos en el campo. Lanzó Oceano -exinternacional portugués- y Canales despejó el balón. Posteriormente, el propio Océano adelantó a la Real a un minuto para llegar al descanso y Djukic puso de nuevo las tablas en el minuto 52.

El árbitro, que pernoctaba en el mismo hotel que la expedición deportivista, tuvo oportunidad de ver la repetición de la jugada en la que señaló el penalti y pudo comprobar que se había equivocado. Canales había insistido en que había despejado el balón y que no había habido penalti -fue amonestado por sus reiteradas protestas-. "Quiero pedir perdón tanto al equipo como al portero porque me he equivocado", comentó el árbitro a los dirigentes del club deportivista. "Sé que os jugáis mucho a estas alturas de la Liga y os pude provocar un perjuicio muy grande", explicó Hernández Velázquez.

Una reacción inusual, aunque fuese una disculpa en privado, pues en aquella época ningún árbitro osaba a hablar en público, costumbre que se mantiene, ni mucho menos reconocer un error. Todos los colegiados habían quedado marcados por una sanción a Raúl García de Loza, árbitro coruñés internacional, que después de un encuentro había reconocido que se había equivocado en un partido entre el Barcelona y el Madrid. El entonces presiente de los árbitros, José Plaza, decidió castigar al árbitro coruñés por sus declaraciones, que no por su error en el arbitraje. Hernández Velázquez tuvo la honradez de pedir perdón en privado, aunque en público mantuviese el silencio.

Aquel punto sirvió de refuerzo moral para un equipo casi hundido, al que había llegado Arsenio cuatro jornadas antes en sustitución de Marco Antonio Boronat con el fin de intentar lograr la permanencia. En los cuatro partidos posteriores el Deportivo sumó cinco puntos -dos victorias, una derrota y un empate- que le permitieron evitar el descenso directo, pero no librarse de la promoción en la que se acabaría enfrentando al Betis. Estuvo a punto de esquivar esa doble eliminatoria en la que se jugaba su futuro, pues en la última jornada ganó en El Sadar a Osasuna, pero el empate del Espanyol en Atocha en ese último partido favoreció a los pericos que sumaron un punto más que los deportivistas.