Volvió a empatar el Deportivo cuando más necesitaba ganar, lastrado por el rendimiento de un 2016 discreto y por su peor racha racha de resultados desde que arrancó la temporada. Ya es una costumbre del equipo de Víctor Sánchez, que firmó su duodécima igualada del curso (el doble que victorias y el triple que derrotas) después de un partido en el que le volvió a penalizar su falta de acierto en ataque y otro detalle aislado, en este caso una pifia soberana de Manu Fernández.

Se le atragantó el arranque a los deportivistas, avisados como estaban de la presión del Rayo y de sus transiciones de vértigo. No supieron interpretar el riesgo que asumen los de Jémez en cada acción y se vieron por debajo en el marcador en lo que tardaron en conectar Quini y Miku después de una jugada por la banda izquierda blanquiazul. El lateral visitante le ganó la espalda a Navarro, se coló en el área en tres zancadas y puso la pelota en boca de gol para el delantero venezolano. Así de fácil y así de duro para los blanquiazules, que se vieron por debajo en el marcador en un abrir y cerrar de ojos.

El tanto fue la manifestación de que el equipo de Víctor ha perdido parte del cuajo defensivo que exhibió en el primer tramo del campeonato. Los desajustes son más frecuentes, la atención ha disminuido y es un conjunto más vulnerable a la presión adelantada de los rivales. Insistió el Rayo en eso y se encontró con que la pelota viajaba con regularidad hasta la posición de Manu para que la golpeara en largo. No había soluciones intermedias que involucrasen a Álex Bergantiños ni a Pedro Mosquera, honrado ayer por la grada de Riazor por una decisión tan a contracorriente en estos tiempos de fútbol contemporáneo como supone dar preferencia a cuestiones más allá de las económicas.

En lo que tardó el Deportivo en vislumbrar que la propuesta del Rayo camina sobre ese fino alambre que separa lo arriesgado de lo temerario se encontró con que le resultaba sencillísimo buscar la espalda de los defensas. A partir de ahí llegó el dominio blanquiazul y también las ocasiones.

Todo pasaba por lo que pudieran inventar Luis Alberto y Lucas, que terminaron encontrándose en una jugada deliciosa antes de que se alcanzara la media hora de la primera parte. Hay complicidad entre los dos, alimentada por la imaginación del gaditano y la competitividad del coruñés. Con ambos compenetrados de nuevo, el Deportivo encuentra soluciones ofensivas al alcance de muy pocos conjuntos en la categoría. La prueba fue el tanto con el que los coruñeses consiguieron empatar el marcador.

Luis Alberto recibió una pelota en largo prácticamente en el centro del campo y sin apenas dejar a sus marcadores aproximarse soltó un lujo en forma de pase con el exterior hacia la carrera de Lucas. El coruñés enfiló la portería y definió ante Juan Carlos con la seguridad del delantero recuperado de un bache.

Tenía de nuevo el equipo de Víctor Sánchez la posibilidad de que el partido no se le descontrolase en esa vorágine de ida y vuelta en la que se convierten los encuentros ante el Rayo Vallecano y de tratar de plantear un juego más pausado, sin demasiadas alternativas que dieran alas a los de Jémez.

En eso estaba, intentando madurar las jugadas y maniatando a los visitantes, cuando llegó la jugada que cambió el partido hasta el final. El Rayo mantenía la presión y los defensas seguían cediendo la pelota hacia Manu, ayer sustituto de Lux en la portería por la sanción del argentino. El asturiano, sin embargo, decidió improvisar y escogió jugar en corto. Por allí andaban Jozabed y Miku, que no desaprovecharon el regalo. Pudo haber un fuera de juego que encendió todavía más a Riazor contra el árbitro tras las pérdidas de tiempo constantes de Juan Carlos, pero la pifia quedará ahí como un error impropio de un portero en la máxima categoría.

Le arropó Riazor en cuanto el guardameta elevó las manos en señal de disculpa hacia la grada, consciente de lo que acababa de suceder y quizá también de que quedaría señalado en el día en el que había sido la gran apuesta de Víctor en la alineación. El entrenador le escogió por delante de Pletikosa y con ello también dio preferencia a la mayor ascendencia del asturiano en la plantilla frente al recién llegado.

Arriesgó Víctor con la decisión, como lo hizo al comienzo de una segunda parte en la que tocó a zafarrancho sobre la portería de Juan Carlos. No había pasado un minuto y Cani tuvo el empate con un disparo desde la frontal del área que despejó el portero visitante. Siguió la jugada y Fayçal ensayó un disparo a la escuadra que volvió a equilibrar el resultado y con ello las opciones deportivistas con todo el segundo acto por delante.

Pudo haber incluso más porque apenas un par de minutos después Luis Alberto y Lucas volvieron a encontrarse. En esta ocasión fue en sentido contrario al primer gol: el coruñés asistió a su compañero en el área para el disparo del gaditano al palo.

No se habían alcanzado los cinco minutos de la segunda parte y el Deportivo ya había encadenado más oportunidades que en la primera. Empleó la fórmula más genuina del Rayo para volver a empatar, pero fracasó de nuevo en su intento de controlar el partido. Volvió el intercambio de golpes al césped porque los vallecanos no modificaron su propuesta y los blanquiazules se fueron con ansia a por el partido. Adelantaron líneas tanto como los visitantes y acabaron exigidos ante los contragolpes rivales sin ya casi oxígeno.