El Deportivo entró en el Calderón con un ojo puesto en el Atlético y otro en el Levante, su próximo rival. Lo demuestra la alineación, con varios de los menos habituales en acción, y también los errores defensivos que condenaron al equipo coruñés. Fueron tres goles evitables, todos producto de desatenciones. Demasiadas facilidades para un rival como el Atlético, acostumbrado a no ceder nada cada vez que se pone con ventaja. El Dépor acabó desconectado, como pidiendo a gritos que llegue ya el encuentro del sábado que viene en Riazor. Ese es el partido, el que tiene que ganar sí o sí para no complicarse más el final de temporada. Ya van trece jornadas sin vencer. Se dice pronto, pero es mucho tiempo para cualquier equipo que pretenda sobrevivir en Primera sin tener que sufrir hasta la última jornada.

Poco más de un cuarto de hora tardó en adelantarse el Atlético ante un Deportivo blando y sin demasiada tensión competitiva que encajó otros dos goles tras el descanso. El 3-0 no fue lo peor. Lo que más preocupa son los problemas de Germán Lux, a quien con todo decidido Víctor Sánchez del Amo mantuvo en el campo hasta el final con una rodilla dañada. Tal y como está el equipo, su concurso para la recta final del campeonato se antoja decisivo. El técnico cruza los dedos para que todo se quede simplemente en un golpe. Él y todo el deportivismo.

No necesitó gran cosa el Atlético para sorprender a la defensa coruñesa. Le bastó con un buen centro pasado para que Saúl aprovechara una indecisión de Manuel Pablo para aparecer de la nada y cabecear picado (m.18). Imposible para Lux, que solo cinco minutos después evitó el segundo atajando un remate de Carrasco desde dentro del área. Sin hacer prácticamente nada, el Atlético tenía el partido de cara.

El guión del encuentro no cambió demasiado tras el primer tanto. El Atlético siguió dominando ante un Dépor atrincherado y sin demasiados recursos para generar fútbol en campo contrario. Por lo menos, el conjunto blanquiazul supo juntarse para dificultar los ataques del rival. Con dos líneas de cuatro, una por detrás y otra por delante de Mosquera, el Dépor no dejó que el conjunto colchonero se sintiera del todo cómodo. Llegaba con facilidad a la línea de tres cuartos pero sin crear demasiadas ocasiones claras. Tenía bastante con la ventaja mínima en el marcador y sabían que iban a tener la oportunidad de sentenciar en cuanto el Dépor se atreviera a dar un paso al frente. No lo hizo el equipo coruñés, aunque en el tramo final de la primera parte empezó a asomarse cada vez con más frecuencia a las posiciones de ataque. Sin llegar a disparar entre los tres palos, pero por lo menos sacudiéndose ese dominio tan claro del arranque. Un zapatazo lejano de Borges, muy desviado, fue la mejor aproximación de los blanquiazules en toda la primera mitad, en la que Jonathan apenas recibió balones cerca del área.

El uruguayo fue una de las apuestas de Víctor para visitar el Calderón. Con Lucas en A Coruña para que no peligrara su concurso ante el Levante, Jona fue la referencia, pero le tocó pelear a él solo contra el mundo. Manuel Pablo, Lopo y Laure fueron las otras novedades en el once. Muchos cambios en defensa que el Dépor acusó bastante. Llegó al descanso con solo un gol de desventaja y eso le hizo afrontar la reanudación con esperanzas de poder arañar algún punto. Fue solo un espejismo, porque el Atlético volvió al campo con la intención de poner las cosas en su sitio lo más pronto posible. Y lo consiguió sin tener que apretar a fondo el acelerador ante un Deportivo que se fue desmoronando poco a poco con el paso de los minutos hasta acabar diluyéndose por completo.

Avisó Carrasco en dos ocasiones, primero con un zapatazo al larguero y luego con un disparo cruzado que atajó Lux, hasta que Griezmann firmó el 2-0 en el 60 tras recibir un pase entre líneas que sorprendió a la defensa coruñesa. Róber, que acababa de entrar por el lesionado Manuel Pablo, rompió el fuera de juego.

Al fabrilista le tocó estrenarse en Primera en una plaza especialmente difícil y ante un rival que no perdona. Cartabia y Jonathan pudieron meter al Dépor de nuevo en el partido antes de que Correa anotara el 3-0 definitivo. Otro gol evitable que nació de una falta lejana. Jonathan no se puso delante del balón y permitió que Gabi buscara la carrera del argentino. Esta vez fue Lopo el que tardó en salir y habilitó la posición del delantero, que no perdonó en el mano a mano ante Lux (m.83). Justo en esa acción, el portero se dañó la rodilla derecha. Víctor ya había agotado los tres cambios, pero con el partido ya decidido optó por mantener a Poroto sobre el terreno de juego. A duras penas aguantó en pie el argentino, que aún fue capaz de evitar otro gol de Correa. Eran los minutos de la basura, con el Dépor desconectado desde hacía tiempo. Contra el Levante, será otra historia. O debería.