El Deportivo compareció en el Vicente Calderón para enfrentarse al Atlético con una defensa de circunstancias y sin su máximo goleador, mirando de reojo hacia el partido del Levante y con el objetivo encubierto de que la herida no fuese demasiado profunda. Resistió lo que pudo, lastrado más por los errores que lo persiguen desde hace varias semanas que por el empuje de los rojiblancos. Se llevó tres goles y tuvo alguna ocasión, pero desde el mismo momento en la que Víctor Sánchez del Amo elaboró la convocatoria se dedujo que la visita al Manzanares era una escala incómoda.

EUn equipo titular condicionado. El equipo acudió al Calderón condicionado por las molestias de jugadores importantes y la amenaza de sanción que pesa sobre otros. Se quedaron fuera de la lista Luisinho, Juanfran y Lucas Pérez, mientras que Fernando Navarro, el único jugador que había sido titular en todos los partidos de Liga, no pasó del banquillo pensando en la decisiva jornada de esta semana. El problema del Deportivo es que los cambios en la alineación ya no admiten las rotaciones que solía hacer el técnico a comienzos del curso. Laure, Lopo y Manuel Pablo desentonaron en la defensa, a pesar de que el Atlético no exigió en exceso a los deportivistas, y Jonathan Rodríguez apenas tuvo participación en su regreso a la titularidad después de varias semanas fuera de las convocatorias.

EDudas defensivas. La que hasta no hace mucho era la principal fortaleza de los deportivistas, se ha vuelto una de sus principales debilidades. El equipo ya no se resguarda con el temple que mostraba en la primera vuelta, a pesar de que el sábado lo intentó en el Calderón con una receta muy parecida a la que le funcionó contra el Barcelona en el Camp Nou. Dos líneas muy juntas cerca del área y la intención de aprovechar algún robo de balón para salir al contragolpe. Aguantó el tiempo que tardó Saúl en aprovechar una fallo de concentración para inaugurar el marcador y adelantar a los rojiblancos.

EDespistes que penalizan. Los despistes y la falta de concentración volvieron a penalizar a los deportivistas. Víctor reconoció al final del partido que los errores propios volvieron a condenar a su equipo a un resultado negativo. Le ocurrió a Manuel Pablo, cuando esperó demasiado para despejar un balón del área que cazó Saúl arrancando cinco metros por detrás. Volvió a sucederle en el segundo tanto, cuando no supieron contrarrestar una jugada ensayada en la que Róber, recién ingresado en el campo, no acompañó en el fuera de juego.

EEl trivote, más afinado. El esquema con tres centrocampistas se va perfeccionando a medida que pasan los partidos. Ya no parece ese recurso improvisado que fracasaba cuando Víctor Sánchez del Amo lo empleaba en su versión más primigenia. Este dibujo ha derivado hacia una versión en la que Mosquera es el encargado de enlazar entre la defensa y el centro del campo, mientras que Borges y Álex se adelantan para asomarse por el área contraria. Especialmente cómodo estuvo el costarricense el sábado en el Calderón, con acierto para bajar los balones largos desde la defensa y probar su disparo. A partir de ahí llegó una de las escasas oportunidades de los deportivistas contra el Atlético, en una maniobra en la que se marchó de sus dos marcadores con un control orientado con el pecho y remató desde la frontal.

ELa victoria, obligada. Con la derrota en el Vicente Calderón, el Deportivo confirmó al decimotercera jornada consecutiva sin ganar, solo una menos que en la racha de catorce que consumió a los blanquiazules la temporada pasada. El conjunto de Víctor Sánchez del Amo ha sumado solo siete de los últimos 39 puntos, lo que le ha colocado en una posición de necesidad propia y no tanto de cara al descenso, con el que todavía un margen cómodo. Los blanquiazules, sin embargo, necesitan un triunfo para espantar los fantasmas de los últimos meses y recobrar la tranquilidad.