El Deportivo rompió frente al Levante la prolongada racha negativa de trece jornadas sin ganar y lo consiguió pese a completar un partido discreto, lejos del nivel que ofreció en varios de sus encuentros más recientes en Riazor. Últimamente había hecho méritos suficientes en casa como para haber obtenido al menos un par de victorias desde que empezó el año, pero los resultados no le acompañaron por pequeños detalles como algunas decisiones arbitrales, la falta de puntería o esa pizca de fortuna imprescindible para sobrevivir en Primera División. La suerte le dio la espalda en varios de sus últimos encuentros como local, pero anteayer sí que estuvo de su lado, sobre todo por esa carambola que acabó decidiendo el partido, la que finalizó con el autogol de Mariño a solo cuatro minutos de la conclusión.

El resultado, lo mejor. El Deportivo venía de completar varios buenos partidos en Riazor. Empezó el año con derrota inmerecida frente al Villarreal (1-2) y en el siguiente encuentro en casa, contra el Valencia, tuvo que conformarse con un empate (1-1) que tampoco reflejó la superioridad blanquiazul sobre el terreno de juego. Rayo Vallecano (2-2) y Betis también pescaron en A Coruña pese a ser inferiores al Dépor, igual que el Málaga (3-3). Ante el Levante el equipo blanquiazul hizo menos méritos que en todos esos compromisos anteriores en su estadio, pero esta vez el resultado le acompañó. Ofreció una peor imagen, pero acabó amarrando los tres puntos, que era de lo que se trataba por encima de todo.

Vuelta al dibujo clásico. Víctor Sánchez del Amo venía de apostar en varias jornadas seguidas por un sistema novedoso con tres mediocentros de inicio: Pedro Mosquera, Celso Borges y Álex Bergantiños. Sin embargo, ante el colista el entrenador madrileño optó por recuperar el dibujo táctico que tan buen resultado le había dado en la primera vuelta, un 4-4-2 en teoría más equilibrado y con el que, en principio, los futbolistas se sienten más cómodos sobre el terreno de juego.

Mucho coraje, poco fútbol. El Deportivo derrochó valentía ante el Levante. Salió a por la victoria de manera descarada, pero se encontró con bastantes problemas para generar situaciones de gol. Abusó de los pelotazos en largo, casi siempre fáciles de defender para la zaga rival, y recurrió a los chispazos aislados de Luis Alberto y Lucas para aproximarse al área. Trató de ensanchar el campo, sobre todo por la banda de Juanfran, a quien le faltó precisión en los centros. Cani le dio pausa y posesión al equipo, pero apareciendo casi siempre por dentro, no en la banda. En definitiva, al Dépor le faltó lucidez en campo contrario pero, eso sí, mantuvo la fe hasta el final y nunca dejó de creer en la victoria.

Cartabia, revulsivo eficaz. El argentino entró por Cani en el minuto 66 y logró dinamizar el ataque del Deportivo en la recta final con varias acciones de mérito por la banda derecha en las que derrochó velocidad en la conducción y habilidad en el regate. Ganó la línea de fondo para centrar con peligro. Fayçal aprovechó un servicio suyo para poner en apuros a Mariño. Después llegó la acción del 2-1, que nace de un centro de Fede Cartabia. Menos intervino Oriol Riera, el otro futbolista ofensivo que entró desde el banquillo, aunque disfrutó de bastantes menos minutos, ya que entró en el 84.

Otro lunar defensivo. El gol del Levante nace de un desajuste defensivo, personalizado en Alejandro Arribas, que rompe el fuera de juego. El Deportivo ha perdido solidez con respecto al primer tercio del campeonato pero volvió a poner todo de su parte para conseguir los tres puntos, como suele hacer siempre que compite en Riazor. Sus futbolistas se vaciaron sobre el terreno de juego e hicieron un derroche físico tremendo, empezando por los dos hombres más adelantados, Luis Alberto y Lucas, quienes también trataron de sumar en la fase defensiva.

Adiós gafe en los minutos finales. Al Deportivo se le habían escapado muchos puntos en los últimos compases, sin ir más lejos en su anterior encuentro en Riazor frente al Málaga, que igualó en el 90 gracias a una acción de fortuna, el tanto en propia meta de Alejandro Arribas. Frente al Levante el conjunto coruñés logró acabar con ese gafe en los minutos finales. El tanto de la victoria llegó en el 86 y después la escuadra de Víctor sí supo dejar que el partido muriera sin que se jugara demasiado. Todos defendieron con orden, sin renunciar a tener el balón para evitar que el Levante tuviera alguna última oportunidad. Precisamente para ayudar a amarrar el resultado entró Álex Bergantiños. El colista empujó con todo, pero el Dépor no le dio opción.