Solo una cosa hay en el fútbol más desgraciada que marcarse un gol en propia meta: hacer un autogol en un partido de máxima rivalidad. Tan aciaga jugada se ha prodigado con cierta frecuencia en las últimas tres décadas en el clásico gallego, casi siempre en contra del Celta, que gana en esta faceta al Deportivo por autogoleada: 4-1. Solo en una ocasión, el Deportivo fusiló a su propio portero. Ocurrió en Balaídos en marzo de 1998, con Jabo Irureta al frente del banquillo celeste y José Manuel Corral al mando del conjunto coruñés.

Los blanquiazules se habían adelantado muy pronto en el marcador con una acción de estrategia, un córner botado por Fran que Ramis, el gran protagonista del partido, cabeceó al fondo de la red haciendo inútil la estirada de Dutruel. Un tesoro para el Dépor que tuvo que echar mano de toda la inspiración Songo'o, uno de sus más legendarios porteros para mantenerse por delante. Todo cambió, sin embargo en dos jugadas consecutivas. Karpin galopó la banda derecha y puso un centro al cogollo del área que Mostovoi ajustó al palo con un remate imposible para el cancerbero camerunés (min. 70). Solo dos minutos después, en un córner, Ramis remachaba, con un testarazo impecable, un centro de Juan Sánchez contra su propia portería dando el triunfo a los celestes.

La temporada anterior había sido, sin embargo, el Deportivo el primero en reír cuando Juan Tárraga les puso por delante en Balaídos, también en un saque de esquina. Martins lanzó sobre el área y el zaguero celeste, en pugna con Paco, se desequilibró introduciendo el balón en su propia portería. El autogol obligó al Celta a remar contracorriente hasta que Juan Sánchez, uno de esos tipos que siempre aparecía en los derbis, solventó el error de su íntimo amigo batiendo a Songo'o con un espléndido cabezazo.

Los autogoles no volvieron al clásico hasta el nuevo siglo, concretamente el 30 de septiembre de 2001, esta vez en Riazor. Los celestes, que ganaban por 0-2 tras adelantarse con gol de cabeza de Berizzo, el actual técnico, tras una falta botada por Mostovoi y otro gol de Edu en una acción personal, vieron cómo el Deportivo entraba en el partido de nuevo gracias a un inesperado tanto en propia meta de Juanfran a 20 minutos del final. Pandiani, tras un penalti cometido por Berizzo, estableció el empate para el Deportivo 10 minutos después.

Hubo que esperar bastantes años hasta que la desgracia contra el portal propio volviese a golpear al Celta. Sucedió también en el estadio blanquiazul, aunque esta vez en Segunda División, un lustro después de que ambos equipos se viesen por última vez las caras. El muñidor del engendro fue en este caso Jonathan Vilat tras introducir en propia meta un remate de tacón de Riki. Era el autogol del Celta en 13 jornadas de Liga. Fue aquel partido en el que Lassad le birló el balón a Orellana, casi a continuación de que el chileno hiciese el empate, y que permitió al marroquí cabalgar hacia el área celeste y desde lejos hacer el segundo y firmar la victoria blanquiazul.

La última desgracia céltica ocurrió esta misma temporada en Riazor, aunque con el partido ya cuesta arriba para los celestes, que se vieron superados por el Dépor que mandaban en el marcador desde el minuto 23 con un gol de Lucas Pérez. Ya con el tiempo casi cumplido, la desgracia le sobrevino esta vez a Jonny, que en un balón a la carrera del goleador deportivista trató de ceder el balón a Sergio y lo introdujo en la meta céltica.