La goleada que el Deportivo infligió al Celta en Balaídos el 3 de enero de 2004 es la victoria más abultada a domicilio en la historia de los derbis, un triunfo épico que los blanquiazules -aquel día de rojo- conquistaron desde la contención.

Javier Irureta, que cumplía su penúltimo curso como entrenador deportivista, prescindió en aquel primer partido del año de varios futbolistas titulares, sobre todo en el centro del campo, línea en la que optó por la fortaleza defensiva en detrimento del control del balón. El vasco le cedió la pelota a los celestes y solo tuvo que esperar a que sus futbolistas aprovechasen los numerosos regalos que les ofrecieron los locales.

Dos de las ausencias más significativas fueron las de Sergio y Fran -entrarían en la segunda mitad- en el centro del campo. Irureta optó por Duscher al lado de Mauro Silva, para dar mayor protección a su portería, y a Luque en la banda izquierda para buscar velocidad en la contra.

El plan le salió bien al técnico de Irún, pues a los 17 minutos Luque batió a Cavallero al aprovechar un servicio de Valerón en una de los contragolpes de los deportivistas. Después llegaron los regalos y los tres goles seguidos de Víctor, actual técnico coruñés.

Molina apenas pasó por apuros, a pesar de que el equipo inició el partido muy replegado y dejando la iniciativa al Celta, pero el tanto de Luque afectó a los celestes, que encadenaron una serie de errores que propiciaron la goleada de los blanquiazules. Bastaba un zapatazo del portero desde su área para que Pandiani prolongase con su poderoso salto de cabeza hacia un compañero que entrase desde la segunda línea, especialmente Víctor y Luque.

Además, una mínima presión en la proximidad del área local permitió dos robos de balón que acabaron en sendos goles, uno de ellos casi se le podría conceder a Cavallero, portero del Celta, que no supo atajar un disparo forzado el hoy entrenador blanquiazul. Tampoco un flojo remate con la zurda de Sergio, que sirvió para completar la manita.

Sergio, Fran y Tristán, tres de los fijos de Irureta durante esa temporada, entraron desde del banquillo a lo largo de la segunda parte. Con 0-2 al descanso, al Deportivo le bastaba con mantener el control del partido y asestar golpe a golpe en cada contra. Un estilo que también utilizó el equipo blanquiazul durante esta temporada, sobre todo en la primera vuelta, cuando no le importaba que el rival tuviese la pelota, le bastaba con asegurarse bien atrás y sacar provecho a Lucas. Para tomar nota.