Una sola victoria. Es lo que separa al Deportivo de sellar su billete para competir en Primera la próxima temporada. Le basta con arañar tres puntos más en las últimas ocho jornadas. Esas son las cuentas, pero conseguirlos en Balaídos tendría un valor extra incalculable. Sería la mejor manera de enderezar definitivamente una temporada que empezó siendo brillante y se acabó torciendo durante demasiado tiempo, esas trece jornadas que el Dépor estuvo sin ganar hasta que tumbó al Levante. Tras sacarse ese peso de encima, el equipo coruñés encara el derbi con la tranquilidad de tener el objetivo casi en la mano y al mismo tiempo con el convencimiento de poder ganar de nuevo, como en el 2-0 la primera vuelta en Riazor. Cargado de respeto viaja hoy a Vigo, pero también de motivación, de ilusión y de argumentos futbolísticos. El último, Sidnei, recuperado justo a tiempo para subir los niveles de solidez ante un rival especialmente dotado en ataque.

El brasileño está para jugar. Así lo creen tanto Víctor como el propio futbolista, por lo que tiene todas las papeletas para formar de inicio en Balaídos, el escenario en el que la pasada campaña forzó un penalti, desaprovechado por Medunjanin, en una de esas cabalgadas que tanto le gusta hacer. Hoy tendrá mucho trabajo atrás, él y todos sus compañeros, para contener el chaparrón ofensivo celeste. Berizzo saldrá con todo, es decir, con Nolito, Aspas, Orellana y Guidetti a la vez. Mucho desequilibrio y movilidad, y también rapidez en la circulación y verticalidad. Al Dépor le tocará estar más junto que nunca, saber sufrir cuando no tenga la pelota y explotar la contra con decisión para buscarle la espalda a la defensa viguesa, bastante menos contundente que su ataque. Un guión interesante sobre todo para Luis Alberto y Lucas Pérez, especialistas en aprovechar los espacios.

De su eficacia dependerá buena parte de las posibilidades de éxito coruñesas, aunque más importante, bastante más, será la fiabilidad defensiva. Si el Deportivo se muestra tan competitivo y equilibrado como en el derbi de la primera vuelta en Riazor, donde apenas dejó que el Celta creara ocasiones, tendrá mucho que decir esta noche en Balaídos. Y más aún si es capaz de dominar las emociones mejor que su rival. Todo cuenta en los derbis, con frecuencia decididos por pequeños detalles. Son partidos para jugar con corazón, pero también con cabeza. Y duran lo que todos, 90 minutos, aunque en juego haya mucho más que tres puntos.