El deportivismo solo le pidió una cosa a su equipo: no sufrir. Y no hay manera. Atados. Durante algún momento de esta temporada dio la impresión de que, después de cinco años de agonía, podría tomarse un respiro. Imposible. Esa sensación parece formar parte de la prehistoria. Tiene que seguir de guardia. Queda un mes y es probable que la salvación esté conseguida. Los 37 puntos que ya ha atesorado pueden ser una cota inalcanzable para tres equipos ahora mismo moribundos. Pero el desgaste va en aumento y no para de hacer mella. Los blanquiazules llevan meses atascados, con un rumbo errático. Panorama tóxico.

El Dépor se golpeó de nuevo con su realidad y justo uno de los días que menos lo merecía. Las Palmas, elogiado por su fútbol de toque, se encontró el triunfo por eficacia. En realidad, los dos equipos saltaron al césped con cierto grado de desconexión. No estaban en el oasis de la permanencia, pero ya sentían la humedad del manantial y ese alivio suelta los músculos. El conjunto canario tocaba y no iba a ninguna parte. Pasivo. El Deportivo vivía plácido en el repliegue. Solo le faltó algo de hambre entre tanto homenaje, tanta distracción. Una actitud difícil de justificar, aunque en realidad tenía el partido donde quería. Lo estaba madurando, como ha hecho muchas otras veces con un final feliz. Pretendía dominar los espacios y los momentos con diferentes planes. Y conseguía no salir dañado. Tras el descanso midió mal. Cuando quiso ser valiente atravesó la línea que le separaba de la imprudencia. Fue, golpeó con un gol en lo que dura un chasquido y no supo reagruparse. Fue hasta donde no podía llegar. Los espacios se multiplicaron a su espalda. Luego llegó la condena en ambas áreas. Mandíbula de cristal en la propia con un portero sobrepasado, inocencia en la ajena mientras su rival se desangraba por su escasa pericia al guardar el fuerte. Un poema.

Una lista de atenuantes a una realidad que no se puede obviar. El Deportivo ha ganado un partido en cuatro meses y da la sensación de irse deshilachando. Insostenible. Se salvará, pero ¿en qué condiciones llegará a la orilla y cómo se rehará para emprender la travesía de la próxima temporada? ¿Otro club habría demostrado tal fe ciega en su entrenador? ¿Aguantará un mercado de fichajes en el que alguno de sus referentes se vayan para no volver? Las aguas revueltas, las dudas y una mala segunda vuelta son en muchas ocasiones el preludio de un descenso en diferido. No hay que silenciar las sirenas de alarma. Ahí está el problema y la reflexión. A todos los niveles. El verano será largo. Gestión, gestión y gestión.

Lucas, Luis Alberto y Fede

Las últimas funciones también están sirviendo para ver con nitidez el verdadero valor de los protagonistas de este Dépor. Ya se apagó el brillo cegador del arranque y todo se aprecia con mayor claridad. Lucas lucía entonces y luce ahora. Su gol es de un superviviente. En el fútbol de la calle, en Grecia, en Ucrania, en la vida? Y no solo eso, calidad, recursos. Un manual. Esa acción resalta su figura. Es fácil acostumbrarse a quien convierte en cotidiano lo extraordinario y, de paso, hacer de menos sus milagros. En su justa medida.

Si Lucas es un pico continuado, Luis Alberto es ahora mismo una depresión y Fede Cartabia va in crescendo. El sevillano se ha ido diluyendo. Sí, ha marcado. Sí, sabe mezclar con su socio. Sí, es capaz de ver el fútbol en los últimos metros. Pero no ha conseguido ser un futbolista regular y definitivo. Le falta un punto. Y sus prestaciones decrecen a la par que su físico en los últimos minutos, a pesar de que pocas veces es sustituido y de que, precisamente, no destaca por su labor en la presión. Jugó todo el partido, no así el argentino. Se fue enfadado. No es buen gesto, aunque lleva tiempo cosechando menos confianza de Víctor de la que merece. Gran parte del último empujón del Dépor viene del impulso de lo que nace de sus botas. Ahora, además, no regatea en el esfuerzo ni cuando tiene que ir al suelo. No estaría mal recuperar su versión de enganche en momentos puntuales. Más cansado, más centrado, donde hace daño. Debería ser uno de los primeros fichajes este verano.