Asoma la permanencia para el Deportivo, que ayer en Sevilla rescató un empate cuando parecía que la dejaría aparcada una semana más después de uno de los ejercicios iniciales más grises de la temporada. No se le recordaba una primera parte tan plana al Deportivo, que comparecía en el Sánchez Pizjuán con la meta de enterrar las dudas y encarrilar la continuidad en Primera División acompañado de un millar de aficionados, pero no se adivinó esa ambición hasta bien transcurrida la segunda mitad. Fue después de que Víctor Sánchez corrigiese un plan inicial que se destapó equivocado.

Intentó el entrenador deportivista taparse de las incorporaciones de los laterales y los remates de Fernando Llorente, pero como casi siempre ocurre en el fútbol la manta suele volverse demasiado corta cuando uno intenta cubrirse del todo la cabeza. Los pies en esos casos suelen quedar al descubierto. Eso le sucedió al Deportivo, que con cinco defensas trató de frenar el empuje inicial del Sevilla, pero se quedó sin respuesta ofensiva.

No hubo rastro de los blanquiazules del centro del campo hacia delante y tampoco es que ataran en corto al Sevilla. Conforme fueron pasando los minutos, Llorente empezó a rondar el gol a través de balones colgados desde los costados. A eso se resumía el plan del conjunto de Emery después de una extenuante eliminatoria de Liga Europa frente al Athletic el jueves y Víctor Sánchez supo anticiparlo con claridad. La tacha es que careció de argumentos para cuestionar un partido que exigía algo más por parte de los deportivistas.

No era fácil de gestionar el planteamiento dado que el equipo apenas contabiliza una decena de puntos en la segunda vuelta y venía de un resultado muy doloroso el lunes pasado contra la Unión Deportiva Las Palmas. La realidad, sin embargo, es que el conjunto blanquiazul hace tiempo que ha perdido el ímpetu que mostró en el primer tramo del campeonato y que a estas alturas se impone sobrevivir con lo que sea. A eso se dedicó cuando el Sevilla comenzó a enviar balones a la cabeza de Llorente, que unas veces se medía con Lopo y otras con Navarro mientras Manu Fernández, otra vez titular frente a Pletikosa, observaba perpendicular al larguero de su portería.

Amenazó el gigantón riojano al filo de los veinte minutos con un remate manso a centro desde la izquierda y en la jugada inmediata al tanto de su equipo, pero sería Iborra el que adelantaría al Sevilla después de una dejada de cabeza de su compañero en el área deportivista. No estuvo acertada la defensa ni tampoco Manu, inamovible de la línea de cal.

Con poco los locales se colocaron por delante y con nada los deportivistas pudieron empatar antes del descanso después de una jugada entre Lucas y Fayçal, quizá lo único rescatable en el ataque blanquiazul en la primera mitad. El coruñés condujo una contra y cedió para el franco-marroquí antes de la frontal, que probó el disparo con el exterior para tratar de sorprender a Rico. No le funcionó y el Deportivo clausuró una primera mitad indigna para un equipo que buscaba la salvación, aunque también con margen por la distancia con la que ya de antemano partía sobre el descenso. Lo mejor es que al descanso llegaba con posibilidades para la segunda mitad y sobre todo con margen para cambiar.

Víctor alteró el plan inicial y prescindió de Luisinho para dar entrada a Cani. El equipo adoptó su esquema más habitual, pero siguió lejos de poder inquietar al Sevilla. El conjunto de Emery, sin embargo, parecía aliado con la posibilidad de mantener el partido abierto y continúo dando carrete a los deportivistas.

Avisó Lucas después de una falta lateral lanzada por Fayçal, pero en la maraña de piernas su disparo casi a bocajarro se encontró con las manos de Sergio Rico. Estuvo demasiado lento y tímido diez minutos después Celso Borges, que se plantó solo en la frontal del área tras una contra pero no se atrevió a probar el disparo.

Fueron en esos minutos cuando surgieron dos de los que casi nunca escurren el bulto. Sidnei sobresalió desde la defensa para aportarle algo de atrevimiento al equipo y Lucas se vació en busca de alguna oportunidad que resucitara a su equipo. La encontró en un contragolpe conducido por la banda izquierda antes de servir hacia Oriol Riera en el segundo palo.

Del delantero catalán, a la sombra toda la temporada del coruñés, llegó el empate que pone prácticamente en bandeja la salvación para los deportivistas. Mucho se le tendrían que torcer las cosas al conjunto de Víctor para desperdiciar una ventaja de nueve puntos sobre el descenso con tan solo quince en juego.

La asignatura pendiente está en regalarle a los aficionados un partido que les permita olvidarse de la trágica segunda vuelta que acumulan y empezar la temporada que viene libre de dudas. Será la principal de las motivaciones en los cinco partidos que restan, empezando por el que los enfrentará al Barcelona el miércoles en el estadio de Riazor.