La temporada arrancó con incertidumbre, como casi todas en los últimos años para un Deportivo instalado en las dudas, se destapó ilusionante y ha terminado haciéndose muy larga. En todas esas situaciones, sin embargo, hubo siempre un respaldo homogéneo por parte de la grada. Solo la discreta segunda vuelta del campeonato ha cuestionado un apoyo que alcanzó su máximo apogeo el domingo en Sevilla con casi un millar de aficionados blanquiazules en las tribunas del Sánchez Pizjuán.

Encauzada la permanencia, el Deportivo tiene esta tarde ante el Barcelona (20.00 horas) la oportunidad perfecta para reconciliarse con su afición tras los últimos desencuentros. El equipo le ha racaneado las victorias este año a Riazor, pero tiene una buena ocasión de resarcirse convirtiéndose en juez del campeonato.

El partido llega de manera inesperada para los dos equipos. En el Deportivo todos hubieran firmado al comienzo de la temporada recibir al conjunto azulgrana con la permanencia virtualmente conseguida, mientras que en Barcelona pocos hubieran imaginado hace un mes que el encuentro adquiría la transcendencia que tendrá para el desenlace de la Liga.

El bache de resultados que atraviesan los azulgrana alimenta la ambición de Atlético y Madrid en la carrera por el campeonato en la misma medida que enciende las esperanzas de los deportivistas de lograr un resultado que deje la salvación cerrada. Pocas veces llegará el Barcelona a Riazor en un momento tan delicado como el que atraviesa actualmente, después de tres partidos consecutivos sin ganar en Liga y con la eliminación de la Liga de Campeones ante el Atlético de por medio.

A las dudas se suman las bajas que acumula Luis Enrique, que deberá alinear obligado a Bartra en el centro de la defensa después de perder a Piqué por sanción y no tener disponibles a Mathieu ni Vermaelen. El resto serán los habituales, incluidos Messi, Suárez y Neymar, que tratarán de enjugar con goles su particular depresión goleadora de los últimos partidos.

Está por ver de qué modo plantea el partido Víctor Sánchez del Amo después de la apuesta fallida por la defensa de cinco en el Sánchez Pizjuán del domingo. En la retina está el encuentro de la primera vuelta, en la que un Deportivo sólido y con el colmillo afilado logró un meritorio empate que ahora se recuerda lejano pero que puede representar la pauta a seguir.