Durante muchos minutos el Deportivo estuvo a la deriva en Ipurua. Sin rumbo, sin plan, desnortado. Se estaba hundiendo, metiéndose en un lío de los gordos, hasta que Fede Cartabia lo rescató con un gol que puede valer la permanencia. El argentino estaba siendo el mejor de los blanquiazules. Solo le faltaba marcar para poner la guinda a su gran partido. Y lo logró a veinte minutos del final para acabar empatando el tempranero 1-0 de Adrián. Merecido el punto del Dépor por su reacción tras el descanso después de una primera parte muy mala, horrible, en la que en ningún momento pareció que se estaba jugando alto tan importante como la salvación. Regaló los primeros 45 minutos y después creció a base de empuje, no de fútbol. Por lo menos, volvió a sumar tras el desastre del 0-8 frente al Barça. Un punto, gran botín tal y como se desarrolló el encuentro.

La noche empezó a torcida ya desde antes de que el balón comenzara a rodar sobre el césped de Ipurua, con la indisposición de Fernando Navarro, lo que obligó a Víctor a repetir con Juanfran como improvisado lateral izquierdo. Con Luisinho en A Coruña, el madrileño era la única solución para recomponer la defensa. A ella volvía Arribas, después de cumplir sus tres partidos de sanción. El Dépor venía de encajar gol en las diecisiete jornadas anteriores, pero el propósito de dejar la portería a cero duró solo ocho minutos, los que tardó Adrián en abrir el marcador. Su remate, tras otro córner que le volvió a costar caro al equipo coruñés, despistó a Manu tras tocar en Oriol Riera. Nada pudo hacer el asturiano para evitar el primer tanto.

El Deportivo no tenía más remedio que levantarse tras ese mazazo inicial y buscar la remontada. Era su obligación. Tenía que demostrar que se jugaba mucho más que el Eibar. Los armeros ya habían hecho sus deberes. Los coruñeses, en cambio, necesitaban tres puntos más para sellar definitivamente la permanencia y espantar de una vez por todas todos los fantasmas. Había tiempo por delante. Hacía falta intención y también fútbol. Al Dépor le faltaron las dos cosas en una primera parte en la que solo Lucas Pérez y, sobre todo, Fede Cartabia destacaron entre tanta mediocridad. Muchas imprecisiones y caídas, pocos pases seguidos y demasiados balonazos en largo. Ni siquiera esa solución fácil del pelotazo le dio resultado al Deportivo. Pocas disputas aéreas ganó Oriol Riera, prácticamente ninguna. El Eibar apenas sufrió atrás. Fayçal, con un par de zapatazos lejanos, fue el que más probó suerte en el disparo. No había llegadas claras en ninguna de las dos porterías, aunque Borja Bastón, ese delantero que no quisieron en el Dépor, se fabricó él solo un par de ocasiones. Primero se deshizo de Sidnei para rematar fuera y después volvió a intentarlo con una medio chilena que tampoco encontró portería. Manu casi no tuvo que intervenir, únicamente para golpear en largo cada vez que sus compañeros optaron por retrasar el balón. Pelotazos fáciles para cualquier defensa. También para la del Eibar, y más en un campo como Ipurua. El Dépor seguía sin hacerse con el control. Atacaba a trompicones, casi siempre acelerado y buscando más las acciones individuales que el fútbol combinativo. Poco más dio de sí la primera mitad, solo para un llegada más, la que creó Lucas con una gran jugada por la banda. Ganó la línea de fondo y sirvió un buen balón a Oriol Riera, pero al catalán le faltó velocidad, fe y también contundencia para conectar el remate.

Ese panorama tan feo cambió tras la reanudación. El Dépor volvió al campo con más ánimos. Por lo menos, le metió intensidad y a base de empuje creó suficientes ocasiones como para empatar. Incluso Laure se animó a subir la banda para sumarse al remate. Suyo fue el primer disparo en la segunda mitad. Potente, pero fuera. Hajrovic, a balón parado, hizo temblar el larguero y el palo izquierdo de Manu justo antes de que el Dépor decidiera adelantar líneas de manera descarada en busca de un resultado positivo. No le quedaba más remedio que arriesgar y atacar con todo. Sin descomponerse, pero cada vez con más insistencia. Lucas y Cartabia siguieron liderando casi todos los ataques visitantes. El argentino estuvo cerca de marcar en par de ocasiones muy seguidas, en el 60 y en el 63.

Definitivamente, el Deportivo merecía por lo menos un punto ante un Eibar que no acababa de cerrar el partido. Y eso que lo pudo sentenciar Borja Bastón, en el 67, de cabeza a la salida de otro córner. Su testarazo no encontró portería por muy poco. De nuevo el equipo coruñés volvía a sufrir a la salida de un saque de esquina, siempre transmitiendo mucha inseguridad cada vez que un jugador armero se disponía a lanzar la pelota desde el banderín. Del posible 2-0 se pasó de inmediato al 1-1, con ese disparo seco de Cartabia (m.71). Mejoró aún más el Dépor tras la entrada de Cani, pero ya no hubo más tantos. Otro empate. El decimoctavo. Puede que el definitivo.