Arsenio Iglesias representa a sus 85 años al deportivismo veterano y al juvenilArsenio Iglesias. Lleva casi veinte temporadas alejado del fútbol profesional, pero en él siguen viendo los más jóvenes a uno de los precursores de lo que fue el Superdépor, un equipo que a base de retales -futbolistas contrastados que no tenían cabida en los grandes- consiguió hacer frente al duopolio que tiene sometida a la liga española desde su creación y también a aquellos que, con algún escarceo exitoso, lograron hacerse un hueco en el Olimpo del fútbol hispano al lado de los dos grandes. El entrenador de Arteixo recibirá un reconocimiento por parte del club el próximo sábado, cuando en el descanso del partido contra el Madrid le impondrá la insignia de oro y brillantes de la entidad. En sus espaldas, 477 partidos como entrenador y 146 como futbolista blanquiazul.

Arsenio es recordado por su última etapa como entrenador del Deportivo, que cerró con la consecución de la primera Copa del Rey en 1995. Pero antes ya había estado al frente del equipo en otras épocas menos brillantes; y antes había formado parte de una plantilla en la que había sido una pieza importante en los primeros años de la década de los cincuenta. Debutó con 21 años y se marchó con 26 en la temporada 1956-57, el Deportivo descendió, con destino al Sevilla. Tras seis temporadas más en el Granada, entre Primera y Segunda, y otras dos en el Oviedo en la máxima categoría puso fin a su carrera como futbolista en 1965.

García Yáñez lo recupera

Regresó a A Coruña y empezó a entrenar al Fabril, pero en la temporada 1970-71 fue ascendido al primer equipo para sustituir a Roque Olsen tras perder en Santander frente al Racing (2-0). Debutó en Riazor el 3 de enero de 1971 ante el Racing de Ferrol con un empate (2-2). Acabó la temporada con el ascenso a Primera, donde el Deportivo estuvo dos años más con Arsenio como máximo responsable. Después emigró fuera de Galicia para entrenar al Hércules, Zaragoza, Burgos y Almería. Regresó en la campaña 1982-83 para dar tranquilidad a un equipo que dos años antes había pasado por la Segunda B. Un empate ante el Rayo le hubiera dado el ascenso, pero el Deportivo cayó en Riazor. Su último servicio parecía ser en el curso 1984-85.

Pero hubo más, ya que en la campaña 1987-88 Andrés García Yáñez lo recuperó del Compostela, donde el técnico de Arteixo estaba "echando una mano". El Deportivo pagó una cantidad próxima al millón de pesetas para lograr el fichaje de Arsenio, que sustituyó a Luis Rodríguez Vaz, que a su vez había reemplazado a Eusebio Ríos. El equipo se mantuvo gracias a un gol de Vicente al Racing de Santander en la última jornada. Fue una de las temporadas más convulsas del deportivismo, en el aspecto deportivo y en el económico. Apenas una mes después de fichar a Arsenio, García Yáñez presentó la dimisión; lo sustituyó Carlos Morato, miembro de esa junta directiva, pero tampoco aguantó; finalmente acabó la temporada Julio Meana. Tras la salvación del equipo convocó elecciones y ese verano empezó la era de Augusto César Lendoiro. Llegó el ascenso con Arsenio, que se marchó otra vez al llevar el equipo a Primera, pero a falta de ocho jornadas tuvo que regresar, en lugar de Marco Antonio Boronat, para salvar al equipo. A partir de ahí... el subcampeonato de Liga, la Copa del Rey del 95 y todo lo que vino después, aunque desde el triunfo en el Bernabeu ante el Valencia ya sin Arsenio Iglesias en el banquillo.