No hace mucho que las visitas del Madrid a Riazor representaban uno de los duelos cumbre del campeonato, a la vez que un auténtico calvario para los blancos. La competición ha propiciado que el encuentro ante los madridistas recupere su antigua trascendencia y, como en otras muchas ocasiones, centre la atención de lo que sucede en la Liga.

En Riazor se decidirá al campeón. El equipo de Zinedine Zidane apurará sus opciones de llevarse el título ante un Deportivo que pondrá en juego su prestigio y la honra de una afición castigada durante toda la semana por el ajuste de cuentas permanente en el que se ha convertido la actualidad del conjunto blanquiazul.

La permanencia en Villarreal prendió la mecha del descontento que se cultivaba en la caseta casi desde el mismo inicio de la temporada y desde entonces no han parado de brotar reproches con Luisinho y, en menor medida, Lopo como dianas.

El punto álgido se vivió ayer con las comparecencias del entrenador, Víctor Sánchez del Amo, y de Alejandro Arribas, hasta el punto de eclipsar por completo un partido en el que se decide mucho para el Deportivo. En primer lugar, pondrá en juego la reputación de un club que muchos estos días entienden que se ha visto perjudicada, especialmente los aficionados, por la guerra civil abierta entre la directiva, el cuerpo técnico y la plantilla. No será lo único, porque también están sobre la mesa las cantidades del nuevo reparto televisivo. Un puesto arriba o abajo en la clasificación no da lo mismo con las nuevas reglas y la plantilla asegura estar concienciada de ello antes de enfrentarse al Madrid esta tarde en Riazor.

Al equipo le urge además compensar a la afición por una temporada ensombrecida por la pobre segunda vuelta del campeonato y por la imagen de enfrentamiento que se ha vivido durante esta semana. Sería el modo de por lo menos congraciarse con una grada que en el último partido disputado en casa se marchó muy defraudada y despidió al equipo con una fuerte pitada. Aquella derrota ante el Getafe acrecentó el distanciamiento con una hinchada que ahora se ve superada por lo que ocurre dentro de la caseta.

Tanto es el ruido procedente del vestuario que incluso ha pasada desapercibida la posible despedida de Manuel Pablo, titular esta tarde, después de casi dos décadas en el club deportivista.