En algo parecido a una trituradora de entrenadores se ha convertido el Deportivo en los últimos años pese a los intentos del club por construir proyectos sólidos a largo plazo. El sustituto de Víctor Sánchez del Amo será el noveno míster desde 2005, casi a técnico por año. Desde la salida de Javier Irureta, que ocupó el banquillo de Riazor durante siete temporadas, solo Miguel Ángel Lotina se mantuvo más de dos al frente, cuatro en total. Los demás aguantaron en el cargo un par de años como mucho, en el caso de Joaquín Caparrós, o menos: José Luis Oltra, un curso y medio; Domingos Paciência, seis jornadas; Fernando Vázquez, un tercio de campaña en Primera y una entera en Segunda; Víctor Fernández, 30 jornadas; y Víctor Sánchez; los ocho partidos finales de la Liga 2014-15 más los 38 de la recién terminada. Un vaivén constante en la dirección del primer equipo que el club se ha propuesto cerrar acertando en la elección del nuevo técnico. Atinar con el míster es la clave y por eso el Dépor se tomará su tiempo en la elección, tal y como explicó el lunes Tino Fernández, cuyo deseo es que el entrenador que llegue se mantenga al frente "durante muchas temporadas".

Desde el consejo de administración, empezando por el presidente, depositan toda su confianza en el director deportivo, Richard Barral, con plenos poderes para escudriñar el mercado en busca de los candidatos que cumplan con el perfil y que ahora mismo estén en disposición de aceptar la propuesta y las condiciones que le presenten desde A Coruña. Ese "líder de futuro" que anhela Tino Fernández debe reunir una serie de características básicas: conocimiento del fútbol español, experiencia y personalidad para controlar el vestuario. Evitar que se repitan problemas internos como los que alteraron la convivencia esta temporada, personificados en los casos de Luisinho Correia y Alberto Lopo, es uno de los grandes objetivos. Además, el elegido debe ser un entrenador de club, que defienda por encima de todo los intereses colectivos y cumpla con las líneas maestras que le marquen desde la plaza de Pontevedra.

El Deportivo busca la estabilidad perdida desde el descenso consumado en 2011 en la última de las cuatro campañas que Lotina dirigió al equipo coruñés. El vasco cumplió con creces con los objetivos en sus primeros tres cursos en Riazor, pero aceptó seguir otro año más y acabó fracasando al no ser capaz de mantener la categoría con una plantilla cuyo potencial se fue devaluando con la salida y la venta de varios de los jugadores más importantes. Oltra devolvió al Dépor a Primera y al año siguiente fue destituido a mitad de temporada. La espantada de su sustituto, Domingos Paciência, propició la llegada de Fernando Vázquez. El de Castrofeito estuvo a punto de conseguir el milagro de mantener al Deportivo, al que luego guió de nuevo a la máxima categoría. Iba a seguir en Primera, pero fue destituido por el presidente, quien luego también rescindió a Víctor Fernández y Víctor Sánchez. Tres ceses en menos de dos años en un banquillo agitado que el club quiere estabilizar a toda costa.