Al Fabril le tocará sufrir el domingo que viene para mantener viva la esperanza del ascenso. Le sobró fútbol al filial deportivista, pero le faltó fortuna y cierta dosis de madurez para imponerse como mereció a un Navalcarnero muy inferior, sometido la mayor parte del partido de ayer disputado en Riazor, y que llevará la eliminatoria a su campo con vida sostenido por su mayor dominio del otro fútbol. Tiene de lo que lamentarse el conjunto de Manuel Mosquera, principalmente porque no supo traducir en más goles su insultante superioridad, pero también de lo que felicitarse porque ayer firmó un partido por momentos brillante, con un juego vistoso y plagado de alternativas.

Desde el arranque se pudo adivinar que la ambición del Fabril era lograr un resultado que le permitiese cerrar la eliminatoria, como había hecho hace dos semanas contra El Palmar en el mismo escenario. No especuló, a pesar de que fueron los visitantes los que inquietaron primero la portería rival, y se adueñó de la pelota a través de Edu Expósito y de Santi Taboada, solvente sustituto ayer del canadiense Sam Piette, concentrado con su selección.

Le faltaba al Fabril traducir en ocasiones su dominio, pero no aparecían Juan Otero ni Óscar García, Pinchi, muy vigilados y bien sujetados por la defensa, quizá con demasiada vehemencia ante la pasividad del árbitro. Emergió entonces Hugo Rama y el filial deportivista encadenó los mejores minutos de la primera parte. El premio, sin embargo, no llegaría hasta cerca del descanso, cuando Pinchi recogió una pelota en la frontal que ajustó al palo izquierdo del portero.

El Navalcarnero trató entonces de endurecer el partido, consciente de la superioridad del Fabril, que prefirió contemporizar en busca de los vestuarios para que no se desmadrase el partido.

Tras la reanudación no le importó acelerar y arriesgar en busca de goles y después de un arranque espectacular conseguiría ampliar la ventaja por medio de Juan Otero tras una gran acción de Hugo Rama. Parecía entonces que el Fabril arrasaría, pero falló en esos otros registros más oscuros del fútbol.

El Navalcarnero empataría con una falta lanzada por Berodia y fue incapaz de sobreponerse. A los de Mosquera, que ha conseguido armar un equipo con gusto por el balón, le falta el cuajo que otorga la categoría, esa experiencia que sí mostraron los madrileños y que tendrán que contrarrestar el domingo que viene.