Rodeado de los que todavía considera sus "compañeros", Manuel Pablo se despidió ayer de más de dos décadas como futbolista profesional y 18 temporadas ininterrumpidas vistiendo la camiseta blanquiazul. No hubo lágrimas y sí la naturalidad que siempre ha acompañado al canario, que abraza su retirada como un paso más en una dilatada trayectoria que ahora encontrará continuidad en otras funciones.

"Agradecer a todos los compañeros con los que he compartido, a mi familia, a estos compañeros que tengo aquí delante, que me han apoyado mucho, y a todos los trabajadores que han estado aquí muchos años conmigo. A los presidentes, a Las Palmas (Unión Deportiva) también, que me vio crecer y me educó. Y a la afición, decirle que he intentado ser un jugador de club, que he intentando ayudar y me he sentido querido desde el primer día que llegué a Coruña. Transmitirle eso a todos los deportivistas, todo el cariño que les he intentado dar de la mejor manera posible", enumeró.

Le hubiera gustado seguir jugando, aunque fuera muy poco, integrado dentro de la disciplina del equipo, entrenando y conviviendo en el vestuario; pero estaba preparado para una decisión como la que le expusieron el entrenador y la dirección deportiva y que terminó aceptando. Entendían tanto Gaizka Garitano como los responsables de la parcela técnica que su puesto como tercer lateral derecho, sin apenas minutos, debería estar reservado para un joven de la cantera. Su experiencia, le trasladaron en la reunión que mantuvieron el jueves por la mañana en el regreso al trabajo de la plantilla, sería mejor aprovechada en otro ámbito. "Sabía que no iba a haber ningún problema y que podía pasar. Estaba tranquilo, disfrutando de mis vacaciones", reconoció ayer sobre las conversaciones que mantuvo con el club durante estas últimas semanas.

Así es como Manuel Pablo, con 40 años, colgará las botas para ejercer como enlace entre la dirección deportiva y la plantilla. A partir de ahora, será un "aprendiz", tal y como él mismo reconoció ayer. Le tocará adaptarse a una nueva realidad que por el momento le es ajena, pero que, aventura, le gustará por la fascinación que siente por el fútbol. "Soy feliz por todo lo que he conseguido, por todo el apoyo que he tenido y contento de lo que empieza para mí. Soy un aprendiz ahora y estoy un poco desorientado todavía, pero sé que me gusta esto, que tengo pasión, que siempre lo he intentado transmitir en el día a día y es una nueva etapa", resumió ayer como colofón a una carrera de más de dos décadas.

Su labor ahora pasará a un segundo plano, lejos de los focos de los entrenamientos y los partidos, pero lo que más va a extrañar es el "día a día" con los compañeros. "Para mí es un privilegio el estar día a día con ellos, todo lo que me ha pasado aquí. He vivido grandes momentos, otros peores, pero siempre he intentado ser un buen compañero, una persona que ayudara al club", manifestó ayer.

Desde su nueva posición en la dirección deportiva intentará colaborar en el objetivo que se ha marcado el club para los próximos años e ir creciendo de modo sostenido hasta recuperar el brillo de los años dorados. "Ojalá podamos ir avanzando poco a poco y volver a ser un equipo referente en España", destacó Manuel Pablo antes de recibir el aplauso unánime de sus compañeros en la sala de prensa de la ciudad deportiva de Abegondo como colofón a su despedida.