El objetivo del curso que se abrirá pasado mañana para el Deportivo es el mismo de las dos temporadas anteriores: la permanencia. Nadie habla de otras metas, aunque en el fondo los futbolistas, sobre todo los más veteranos de Riazor, están ilusionados con algo más que asegurar la plaza en Primera División. No son los únicos, pues los refuerzos provocaron que la parroquia blanquiazul anhele un reto bastante más elevado. En parte, por el sufrimiento de las dos últimas temporadas, en las que cruzó la meta sobre la campana; o el de las dos anteriores en las que en la última jornada encajó el K.O. del descenso. Más allá de la ilusión y esperanzas, cualquier objetivo pasa por Riazor. Como señalaron esta semana dos de los capitanes, Laure y Álex Bergantiños, por mejorar la imagen y los resultados ante los aficionados blanquiazules.

"Tenemos que mejorar en cuanto a victorias en casa. El año pasado nos costó ganar como locales y lo acabamos pagando", recordó ayer el centrocampista de la Sagrada Familia. Es que los números como locales fueron bastante pobres: 4 victorias, 8 empates y7 derrotas, con 25 goles a favor y 34 en contra. Fue el equipo que menos victorias obtuvo en su ambiente, dos menos que los tres equipos que lo precedieron -Getafe, Granada y Valencia-, que alcanzaron seis. "Llevamos años que en Riazor no llegamos a sacar ese fútbol que todos queremos, pero esperemos que este año consigamos esa regularidad y los triunfos que todos deseamos", comentó el lateral madrileño el pasado lunes. La deuda con la gente que acude al estadio coruñés es grande.

Sin ir más allá de las dos últimas campañas, si en la pasada los resultados del Deportivo como local no fueron buenos, poco mejores habían sido en la temporada anterior -la de la destitución de Víctor Fernández y la de la llegada de Víctor Sánchez del Amo en su lugar a falta de ocho jornadas para el final-, en la que los blanquiazules sumaron cinco triunfos como locales (uno más que en 2015-16) y seis empates, para contabilizar 21 puntos de los 57 que se disputaron en el estadio herculino. Cinco y cuatro triunfos en los dos últimos años dedicados a una grada que se entrega desde antes de empezar la competición y que sufre como ninguna. Sobre todo el curso anterior en el que parecía que el trabajo estaba hecho allá por el ecuador de la temporada. "Tuvimos muchos empates, pero si no ganas ocurre lo que nos pasó, que se nos hizo muy largo y apretado", explicó Álex.

Para el centrocampista la intención es crear una "atmósfera de estadio complicado y en el que se escapen pocos puntos" y al mismo tiempo congraciarse con una afición que sigue entregada, pues el club cerró anoche la Oficina de Atención al Socio con 24.260 abonados. Para lograrlo, los futbolistas del Deportivo van asimilando las ideas que trata de inculcar el nuevo entrenador y su equipo técnico. "Buscamos ser un equipo finalizador de jugadas y en defensa que apriete arriba lo máximo posible", explicó Bergantiños. "El entrenador lo que más quiere es un equipo muy intenso y que no pierda el orden, que sea valiente, atrevido, que presione y vaya para delante, que no permita que el rival genere fútbol y domine", añadió el centrocampista. La primera prueba será pasado mañana ante el Eibar en Riazor, un adversario que "mantiene la idea de ser un equipo muy intenso, muy agresivo, que no le importa no tener el balón y muy finalizador, con muchos centros porque tienen jugadores fuertes en el área", según expuso el futbolista coruñés, que añadió que verán hoy "vídeos" del equipo guipuzcoano.