Ojalá sea un presagio. El Dépor arranca la Liga encontrándose con la casualidad de que duerme líder y tras una remontada con un innegable sabor 'koruño'. Gol de Mosquera a pase de Lucas. Y tanto de penalti del 7 tras forzar él mismo la infracción. La ecuación tiene un dominador común de la tierra. Antes, el Dépor lo pasó mal, por momentos, muy diluido, no encontró su sitio, pero se agarró al duelo, superó los reveses que se le presentaron y a la mínima sacó la cabeza. Le dio la vuelta al marcador y ganó para lavarse la cara e hincharse de confianza mientras trabaja en una mejoría que necesita. Noche redonda, de esperanza.

El Dépor salió veraniego al partido. Animado por las buenas vibraciones del Teresa Herrera, se mostró valiente, activo, buscando resolver pronto y volver a conectar con la grada al nivel que lo había hecho diez días antes. Pero no era lo mismo. Apretaba, corría y le buscaba las cosquillas al Eibar, le falta lo básico, lo más importante: el fútbol. Estaba desconectado y su rival se afanaba en sacarle su peor versión.

Pudo marcar en un balón suelto al que casi llega Bruno Gama, debió haber sido beneficiado por penalti a Juanfran unos minutos antes y Lucas tuvo una inmejorable ocasión pasada la media hora con un balón suelto en el área, pero no. Le faltaba la chispa y, sobre todo, un juego más hilvanado en el que apoyar su ofensiva, su plan de ataque.

A pesar de los pequeños frenazos, el equipo coruñés era el que estaba más cerca del gol. Sin mucho éxito, buscaba la pelota y el Eibar se fiaba del juego directo. Lucas, aún de pretemporada, pero siempre de guardia, se ponía al mando de las operaciones. Desde sus botas se activaba todo el ataque blanquiazul. Las intenciones eran esas, el invento no funcionaba. Poco a poco el Eibar empezó a reclamar la pelota, tampoco creaba ocasiones. El equipo coruñés no dejaba de cumplir, pero algo empezaba oler mal. Era un partido aspero, el Dépor estaba destemplado.

El Eibar subió una marcha en el inicio del segundo acto. No necesitó mucho más. Monopolizó la pelota. El aviso llegó con un disparo de Bebe, a la siguiente ya no pidió permiso. Un saque de esquina del portugués desnudó de nuevo las verguenzas blanquiazules a balón parado. Ramis se adelantó en el primer palo, nadie le siguió y el balón se convirtió imposible para Lux. Empezaban los problemas. A sufrir, para no perder la costumbre.

Pronto Garitano activó el botón de emergencia. Movía el banquillo, incluso hizo una variante en el sistema (5-3-2), potenciando el juego por bandas con la entrada de Luisinho. El Eibar seguía insistiendo, pudo hacer el segundo. Y fue el balón parado, el que le hizo pagar en su portería, el que le rescataba en la contraria. Un balón cruzado por Lucas fue desviado al palo contrario a la red por Mosquera. Centro de coruñés, gol de coruñés, el primero del cinco y aún habría más.

El gol desató al Dépor y a Riazor. La entrada de Andone como acompañante de Lucas favorecía que se rompiese el duelo ante un Eibar que no le perdía la cara. Hasta sacó a Enrich para acompañar a Kike García en ataque. A por todas. El panorama no le gustaba a Garitano, que tiró de banquillo y del equilibrio de Borges para atar en corto aquel correcalles. El equipo blanquiazul se estaba desvaneciendo, parecía valerle con el empate, pero ahí apareció Lucas. Sabía que el colegiado le debía una pena máxima de la primera parte y la buscó ante Juncà, la acabó encontrando. Su disparo fue a la red. Otro tanto coruñés. Primero celebró con rabia, luego se abrazó a sus compañeros y por último levantó los brazos a la grada. Como siempre. Nada había cambiado. Él marcaba, el Dépor sufría y encima tocaba ganar. La Liga amanece muy 'koruña'. Que siga así.