El Dépor va a tener que aprender a andar de nuevo como equipo y en ataque ante el adiós de Lucas y esta noche ha dado su primer paso. Un punto, una zancada. Hacia adelante. No fue su mejor día. Tembló en el área propia con la eterna condena del balón parado, le faltó un punto de claridad en la contraria y en los últimos metros. Pero dio la cara y no se mostró inferior ante un Betis llamado a dar un salto de calidad esta temporada. Sin excesos, el empate y sus prestaciones fueron una muestra de madurez ante una situación adversa. Sigue en pie. Era el momento de Andone, de Fayçal, de Bruno, de Sidnei, de Juanfran... Y, a pesar de las dificultades, sacaron tímidamente la cabeza.

El equipo coruñés arrancó el duelo con cautela y cierta confianza por el revitalizante triunfo ante el Eibar. Una remontada relanza a cualquier equipo. Garitano valoró entonces los puntos, pero tomó nota: el Dépor necesitaba más fútbol. Su apuesta, además de la obligada de Andone por el ausente Lucas, fue recuperar a Emre para la causa y sentar a Carles Gil. El vasco colocaba al turco en la derecha para que, al irse hacia el centro, le diese más fútbol interior y le filtrase pases a Andone. A Çolak le costó un mundo sobre todo en la primera parte, no terminó de encontrarse. Más activo estuvo Bruno Gama en la banda contraria, suyos fueron un par de centros con peligro y un lanzamiento desde la frontal que hizo temer a Adán. No fue la única vez que se le vio dubitativo al meta, ya que un par de presiones bien elaboradas por los coruñeses estuvieron a punto de hacer llegar el 0-1. Se quedó a medias el Dépor.

Pero su gran mérito en los primeros 45 minutos no fue tanto su fútbol, ya que los dos equipos estuvieron lejos de encandilar. Su valor fue que empezó a aprender a vivir sin Lucas. De hecho, parte de sus problemas vinieron por su ausencia. Inevitable. El coruñés era el epicentro del ataque blanquiazul y sus cualidades hacían muchas veces salvables los metros entrelíneas que a veces deja en su ofensiva. Esta noche se notaron más que nunca, pero Andone se fajó y el equipo ha de ahondar en ese trabajo de moverse de manera más armónica hacia arriba y hacia abajo. Un acordeón. El rumano no puede ser una isla, mal le irá al Dépor si no le apoya o le rodea mejor.

El Betis, uno de los equipos que más ha fichado junto al Alavés, emitió señales de ser un conjunto en formación. Creó muy poco. Solo algún destello de Joaquín y el peligro que siempre llevan Sanabria y un desaparecido Rubén Castro. Los últimos diez minutos valieron más que el resto del primer tramo. Hubo ocasiones, el Villamarín sufrió y vibró a partes iguales.

Esa velocidad de crucero fue a más en el inicio del segundo acto. El Dépor fue el primero en dar guerra. Aceleró, subió las líneas y empezó a conectar en los últimos metros. Así llegó su gran ocasión. Un centro de Çolak con dejada de Andone generó un balón suelto para Bruno Gama, al que se le fue el disparo por muy poco. Esa amenaza real activó al Betis, que a través de saques de esquinas y de las diagonales de Joaquín terminó por avasallar a los coruñeses.

El duelo siguió yendo a arreones. Garitano decidió atar la media con Borges y le dio una alternativa a la banda izquierda con Luisinho, Poyet tiró de futbolistas de banda. El Betis llevaba la iniciativa, pero solo hacía daño gracias a los errores blanquiazules, muchos de ellos a balón parado (el de Luisinho es imperdonable). Incluso la suerte estuvo con el Dépor en una jugada en la que de nuevo Rubén Castro y Joaquín se inventaron una pared increíble. Apareció milagrosamente Juanfran para barrer el área. Mientras resistía y se sacudía la presión, el equipo coruñés se estiraba tímidamente a la espera de su oportunidad. Y la tuvo. En el descuento Borja Valle mandó al lateral de la red un centro largo de Juanfran. Aún debe estar lamentándose. Hoy tocaba un punto, un paso, el primero sin Lucas. A construir.