El Dépor estaba de estreno. Tenía delantero nuevo, una buena cosecha de puntos y salió con la cara despejada al duelo, pronto empezó a recibir bofetones. Hasta tres. Uno en forma de derrota inmerecida, casi el que menos duele, y otros dos con las lesiones de Joselu y Sidnei, a las que costará más sobreponerse y que empinan el futuro y medirán el fondo de armario de esta plantilla. Toca rezar, trabajar y ajustarse bien el cinturón porque vienen curvas.

Arrancó sintiéndose liberado. La noche y el día en la apertura y el cierre del duelo. Ya no estaba Lucas, pero Garitano era valiente jugando con dos delanteros y cuatro defensas, nada de zaga de cinco. Los blanquiazules apretaban, Riazor rugía, Andone y Joselu mezclaban, Carles Gil se sumaba a la fiesta desde la banda... El equipo coruñés ejercía con mano dura su condición de equipo local, mandaba.

Todo empezó a saltar por los aires a partir del minuto veinte. Ya habían cazado en dos ocasiones al delantero gallego, cedido por el Stoke City, y Raúl García no se guardó nada en una acción en la que en teoría intentó arrebatarle el balón. Se lo llevó por delante y para Joselu se acababa de terminar el partido y el deportivismo ya rezaba a la espera de esas pruebas a su rodilla derecha. Aún tuvo una ocasión Andone, pero la salida del '7' acabó por desactivar a un Dépor que lo seguía intentando y envalentonó al Athletic y a Raul García, que se venía arriba con cada pito oído desde la grada. La única buena noticia es que el conjunto coruñés resistía.

A trompicones y poco a poco el Dépor se recomponía y cogía aire para el último arreón del primer acto. Llegó el zarpazo: un disparo imparable de Raúl García. Sin futbol, con contundencia. Se sucedían las malas noticias y llegaba el descanso.

El Dépor buscó reactivarse y el Athletic seguía templando. Jugada de uno y otro, sin ocasiones claras. Poco más de cinco minutos tardó el equipo coruñés en recibir un nuevo golpe. Sin Lucas sin Joselu y ahora también sin Sidnei. Una carrera con Aduriz que fue el preludio del pinchazo que sintió en la parte posterior de su muslo derecho. Notó el latigazo, buscó aguantar. No había nada que hacer.

El escenario era plácido para un áspero Athletic e injusto para un Dépor que no había sido ni mucho menos inferior. Le tocaba levantarse de otro puñetazo y era lógico que cada vez le costase más. Su rival seguía sin mostrar ni un ápice de fútbol. Escaso de juego, seguro atrás y a esperar el final del partido para cobrarse más premio del que merecía. Vivía de rentas.

La salida de Marlos, su fútbol eléctrico y la dejadez del Athletic para rematar el duelo invitaban al Dépor a intentarlo. No le sobraba la claridad, pero con faltas laterales, algún centro de Luisinho y las incursiones de Juanfran se fue dejando sentir. La tuvo el colombiano y Andone hizo el empate; se lo anularon de manera injusta por un fuera de juego inexistente. Hoy no era el día.