"Yo nunca fui tan feliz como en A Coruña. Tenía una gran sintonía con la gente, con Riazor. El mejor equipo, el Palmeiras; el mejor lugar, esta ciudad". Djalminha aún sigue maravillado después de las sensaciones vividas el viernes en el derbi benéfico que han hecho brotar todo esos sentimientos mutuos que se generaron en su estancia en el Dépor. Su ovación al ser sustituido todavía retumba en Riazor casi tanto como esos gritos de "Tino, fíchalo" que empezaron a surgir de Marathón Inferior y que hicieron suyos todo el estadio. Habían pasado más de diez años y nada había cambiado. El brasileño explica parte de esa simbiosis que en ocasiones le hacía sobreexcitarse y que le lleva a no reconocerse en algunas imágenes como aquellas protagonizadas con Mostovoi: "Creo que a veces me pasaba por las ganas que tenía de ganar y de agradar a la gente. Mi hija siempre dice que no soy ese que sale en las imágenes y yo en ocasiones comparto su opinión, pero sí era, era yo", asiente riéndose mientras prosigue en su argumentación. "Yo no estuve aquí en 1994, pero vivía la historia del Deportivo y tenía clavado que el club no hubiera ganado una Liga, Y lo conseguimos, me sentí aliviado, feliz. Ver María Pita al día siguiente me va a quedar para toda la vida. Es inolvidable".

Djalma se crecía ante los mejores equipos y en los grandes escenarios, "cuando miraba toda España, cuando se hace la verdadera diferencia". Aún tiene grabado ese gol al Celta que, además de una renovación, le proporcionó recuerdos que no borra de su memoria: "Es la mayor celebración de un gol que he vivido en un campo de fútbol. Veníamos de llevarnos la Liga, le ganábamos al Celta... Eso es lo que quería la afición". El brasileño anhela que "el Dépor vuelva a pelear por Europa League o la Champions" y hace sus pinitos en la televisión brasileña con Juanpi Sorín y Raí. "Me gusta ese mundo. Contamos anécdotas, le encanta a la gente". El espectáculo Djalma nunca se detiene.