Los números y las sensaciones, casi siempre opuestos en el fútbol, se están cebando especialmente con el Deportivo en este comienzo de temporada. Rara vez los unos van acompañados de las otras, representa casi el círculo virtuoso de este deporte y a menudo está reservado para los elegidos o los presupuestos más abultados, que suelen coincidir. Hay excepciones, una o dos por temporada, como ocurrió el año pasado con el arranque deportivista, pero no suelen ser duraderas. Lo más doloroso, no obstante, sucede cuando números y sensaciones se contradicen mutuamente.

Los números del Deportivo hablan de un equipo que de 18 puntos posibles solo ha sumado cinco, que acumula con la derrota de ayer cinco partidos sin ganar y que necesita un saco de ocasiones para marcar. Las sensaciones, sin embargo, matizan esos datos y demuestran que el equipo de Garitano no ha sido claramente inferior a ningún rival en las seis jornadas iniciales del campeonato.

Lo recordó el técnico el día antes de jugar en el Vicente Calderón, no como una forma de reivindicar su trabajo, sino para colocar las cosas en su justa medida. Argumentó Garitano que ante el Eibar se consiguió ganar sin quizá merecerlo y que ante Athletic y Leganés se perdió después de acumular méritos. Ayer ocurrió algo parecido, porque el Deportivo se plantó ante el subcampeón de Europa con el afán de competir y sin rastro aparente del golpe anímico que se llevó el jueves en Riazor. Respondió con rotaciones y dejó sensaciones que solamente los números y dos acciones irresponsables de Fayçal se encargaron de contradecir. Números y sensaciones... Qué cosas.