Lleva sólo dos partidos y ya no se puede entender el presente y el futuro inmediato de este Dépor sin Emre Çolak. Por comparación, por sus cualidades y por lo que necesita este ansioso y acelerado equipo. Garitano se resistió, no le encontraba su sitio, no sabía aprovechar ese valor que tenía apostado en su banquillo, ahora no puede dar marcha atrás. Y más sin Lucas. Y sin Joselu hasta, al menos, diciembre. No hay plan B, al menos empieza a verse al líder del plan A en ataque de un Dépor entre tinieblas.

Es casi inevitable trazar una comparativa entre el genio de Eminonu y Turan, su "hermano mayor", como él le llama a su mentor e inspiración. Ni siquiera hace falta. Esa pausa, ese toque, esa capacidad para templar cuando el resto de sus compañeros se desbocan le llega en las actuales circunstancias del Dépor. Recoge, gambetea, gira y da con criterio y en ventaja. Preciso. Así se desenvolvió en la caldera del Manzanares, así necesita el proyecto Garitano que lo siga haciendo. Una versión, sin duda, alejada a la de Arda, que le sobra al equipo coruñés para respirar, para pensar, para empezar a crecer y a construirse en ataque. Ya va siendo hora. Trabajo de entrenador. La roca atrás, aún sin Sidnei, tuvo algunas fisuras, en líneas generales parece sólida. Pero le hace falta más, no se puede salvar con la mitad de la tarea hecha.

Al Dépor le ahogan la tabla y las expectativas. Aún no cató la zona de descenso, pero viene de transitar por una de las partes amables del calendario. Arrancó con vigor y no terminó de pillar la velocidad de crucero. Salvo ante el Atlético, no fue inferior a nadie, tampoco muy superior. Una moneda al aire que ha salido muchas veces cruz. En realidad, el verdadero borrón imperdonable en la hoja de ruta de este inicio de campeonato fue la derrota ante el Leganés. Mereció puntuar frente al Athletic, pudo hacer más en Vitoria o en Sevilla. Dos puntos a los que no se les pudo elevar su valor con otro triunfo ante un recién ascendido en un Riazor que se le resiste. El duelo ante el Atlético no es el mejor para enjuiciarle, incluso fue loable su labor, su trayectoria sí que merece ser analizada.

El plan de Garitano era hacer crecer al equipo desde atrás y que las victorias generasen la confianza suficiente para engrasar los automatismos y soltar a los jugadores en ataque. Ha fallado o, por lo menos, es difícil ver los brotes verdes ofensivos. Debe jugar mejor, es necesario. A cualquiera le brillan los ojos con el despliegue de Las Palmas, ni siquiera hay que llegar a esos niveles, este es otro tipo de conjunto.

A Garitano tampoco le ha ayudado el excesivo ruido y lo áspero que se ha mostrado parte del deportivismo con su propuesta futbolística. Habría que haber dejado que su equipo hablase por él, no fiar todo a sus antecedentes. Atenderlos, sin duda, pero no estigmatizarlo. Ahora puede estar mereciendo las críticas, según la perspectiva de cada uno. Hace meses, no, y su mandíbula ya estaba recibiendo. Esa ansiedad del entorno se transmite a un grupo que generó unas altas expectativas con Lucas y ahora está sin él, sin su recambio y sin su jefe de la defensa, Sidnei. ¿Cuántos equipos resistirían tres ausencias de ese tipo?

Aire para Fayçal

Ningún jugador asumirá que necesita ser suplente o que le viene bien un descanso. Ambición, confianza en sí mismo... La roja en el Calderón fue una condena para el Dépor y para Fayçal, también es una oportunidad para el marroquí, aunque le costará verla a así. Lógico. Garitano ha confiado ciegamente en él, pero sigue en esa indefinición posicional y en esa espiral de hiperactividad en la que acabó la temporada pasada. Si Çolak es la pausa, el marroquí vive corriendo, en ocasiones revoluciona al equipo, y tampoco ofrece réditos a balón parado. Tendrá su responsabilidad, el mareo al que ha sido sometido desde que llegó a A Coruña tampoco ayuda. Hay futbolistas para los que es imposible centrarse y crecer cuando cada día juegan en una posición. Por la acción de la expulsión ya está pagando. Imperdonable, difícil de entender en un jugador profesional. Solo el hecho de presentarse ante unos compañeros que hicieron un esfuerzo tan descomunal y tener que dar explicaciones es bastante peaje. Hay que recuperarlo.