De los Acuña, Guimeráns, Bienzobas o Elícegui a los Albentosa, Mosquera, Emre o Andone. Hoy es el día a día, en 1941 era toda una novedad. Este miércoles 28 de septiembre se cumplen 75 años del estreno del Dépor y de A Coruña en Primera División. "Vamos a debutar y el acontecimiento, tantos años deseado, añade angustia a la alegría del ascenso (el 4 de mayo de 1941 ante el Murcia). Hay impaciencia, se refleja en la calle...". Estas frases se podían leer esa mañana en la prensa coruñesa de la época antes del inicio de aquel Dépor-Castellón, un duelo que enfrentó a dos novatos en la máxima categoría. El conjunto blanquiazul pretendía conservar para ese reto a una buena parte del bloque que había triunfado subiendo unos meses antes en Vallecas, pero aún le quedaba por cerrar a Chao y tenía a Chacho en rebeldía. Dio igual. La expectación era entonces máxima, su rival acabó cayendo esa tarde, como muchos otros durante la temporada (incluidos Madrid y Barcelona). Finalizó cuarto en la Liga. La A Coruña de la posguerra disfrutaba con un equipo próspero que apuntaba algo.

"Yo estuve allí, fue todo un acontecimiento, estaba el campo abarrotado". Fefé del Río, socio número dos del Deportivo, ha sido fiel, carnet en mano, desde entonces. Tiene frescos los recuerdos de una tarde histórica. "Yo iba a la grada de niños, se entraba por la zona de la iglesia (de las Esclavas). Marcó Elícegui, que era un gran cabeceador". El expreso de Irún, que un año antes había hecho 30 tantos en la temporada del ascenso, fue ese día de nuevo delantero y goleador. Logró con un zurdazo el 1-0 en la primera parte y tuvo que ser Caballero el que deshiciese la igualada con un testarazo a falta de cinco minutos tras el empate del orellut Hernández. Las dos asistencias blanquiazules, de Cuca. Los últimos instantes fueron de sufrimiento y finalmente llegó la explosión de alegría (2-1).

Un suceso deportivo que se convirtió en un acontecimiento social. A Coruña se paralizó para vivir un día que llevaba esperando 35 años. Medirse a los grandes del fútbol español fue la ambición desde que se fundó el club en 1906 en la calle Galera. Aquel 28 de septiembre de 1941 el vetusto y modesto Parque de Riazor, con sus gradas de madera, amplió sus instalaciones para acoger a más espectadores. Se maquinaba incluso construir unos palcos en la azotea de la caseta de vestuarios. La expectación era tal que se dispusieron tres puntos de venta de entradas en la ciudad durante la semana: Cuatro Caminos, Rúa Nueva y la sede del club. El duelo arrancaba a las 16.30 horas y las puertas se abrieron una hora y media antes del inicio.

Aquella masa de ilusión vio a un Dépor que al fin había apartado del camino la piedra del ascenso, esa en la que tropezaba año a año desde 1929. En 1941 por fin lo consiguió y ya estaba en la élite con un grupo comandado por un joven Acuña predestinado a convertirse en un grande bajo palos. Tenía una importante presencia catalana con futbolistas como Muntané, Monserrat, Mayoral o Simón, que acabaron en A Coruña tras la Guerra Civil. El malogrado Víctor (fallecería dos años después aún como blanquiazul por una tuberculosis), Reboredo, Cuqui Bienzobas o Guimeráns, el héroe del ascenso, destacaban en ese primer once. Luego se puliría la apuesta con más gente de la casa en un Dépor que ganó ese año once de sus trece partidos en el Parque de Riazor de las Esclavas. A Coruña ya era de Primera y el club vivía su primer esplendor. Unos meses más tarde arrancarían las pujantes secciones. Todo marchaba.