No es el punto de partida, es el trayecto recorrido. Y en el Dépor de Garitano sigue sin ser perceptible una evolución cuando ya han pasado dos meses de Liga y tres y medio de trabajo. Quiso tejer su proyecto de atrás hacia adelante en el que la solidez hiciese soltar a sus jugadores en ataque, en el que el estilo directo se fuese matizando. La confianza como guía de la inspiración. Por momentos, consiguió una parte de su cometido, pero su nada ofensiva se lo está comiendo todo. Sin plan arriba, sin claridad, con transiciones defensa-ataque a paso de tortura, a kilómetros de la portería cuando recupera, con el balón por momentos como un estorbo, con Andone clamando en un desierto... Atrás se ve obligado a partidos perfectos y ante tal panorama le vuelven a entrar las dudas y llegan los desplomes y la desorganización cuando lo sacan de su zona de confort. No es fácil asumir que el objetivo es la excelencia en una de las facetas de tu juego cuando no terminas de recibir premio. La derrota de Vigo es un golpe. Desmesurado, pero real. Quizás la virulencia de la bofetada valga para pararse a pensar qué está pasando y si este es el camino correcto. La Primera no espera por nadie.

Las últimas semanas en A Coruña han servido para elevar a los altares a Emre. Excesivo, sin duda. Tiene sus cualidades y sus defectos e influye que es un futbolista que encaja como pocos en los gustos de Riazor. O tal vez es más sencillo que todo eso: el turco gana por comparación. En un equipo acelerado e incómodo con la pelota, él es como una pepita de oro en un río. A pesar de su mal partido del Camp Nou, su pausa y desahogo se hacen necesarias. Es difícil de comprender que no estuviese en el once de Balaídos y que su rol lo hiciese un futbolista como Babel, que no está físicamente para ser titular. Lo que ya se hace imposible de comprender es que no estuviese en el banquillo. Es un jugador único en la plantilla y añade registros casi desconocidos para el resto. Un valor arrinconado en la grada justo cuando no sobran. La hoja de ruta de Garitano para ganar estaba clara, pero ¿por qué quedarse sin plan B? ¿Pasó algo más? ¿Era el momento de que pagase cuando el peaje es mayor para el equipo que para él?

El Dépor cayó en Balaídos. Nada que objetar. El Celta fue mejor, no tanto como dice el resultado ni tanto como se contará con el paso de los años, que siempre agranda las historias. Duele caer ante el gran rival, pero hay dos detalles que lo hacen menos digerible. Que Hugo Mallo y, sobre todo, Aspas sean los protagonistas. Grandes futbolistas a la par que tóxicos para el buen ambiente de los clásicos con unas declaraciones a destiempo o con unos gestos fuera de lugar. ¿Qué les lleva a tener esas reacciones? Da igual que los presidentes se afanen en llamar a la concordia si luego no hay un cambio de actitud en el césped. La segunda de las punzadas, que el Deportivo fue el que más contribuyó al triunfo, no tanto por sus errores como por no aprovecharse de un rival con dudas que bajó su nivel respecto al año pasado.

El técnico del Dépor le tuvo demasiado miedo al Celta. Amedrentado ante su presión arriba y el daño que le podía hacer con espacios, se aculó y fio sus posibilidades ofensivas al balón parado o a un milagro. O ese era su plan o sus jugadores no quisieron o no pudieron seguir sus indicaciones. Sin obviar su nivel desde hace dos o tres años, el equipo vigués que se vio sobre el césped de Balaídos no requería tantas precauciones. Y, además, el Dépor perdió una bala muy rentable que siempre gastaba últimamente: ahondar en las dudas de esta generación celeste. Garitano no entendió psicológicamente el derbi.

Las otras dudas son si la plantilla, por momentos desactivada, comprendió lo que significaba un Celta-Dépor y si el entrenador sabe leer a sus pupilos. Más allá de que pueda ser verdad o no (el grupo tiene más de lo que muestra, no le sobra), no sienta bien a un equipo que se dude públicamente de sus capacidades y que justo lo haga la persona que le tiene que convencer de ganar la próxima semana. Y Garitano las expresó justo tras una goleada ante el Celta con la sensibilidad a flor de piel. Siempre han sido más útiles los técnicos que buscan y rebuscan soluciones dentro que los que se quejan en un micrófono de lo que no tienen. La marcha de Lucas y la lesión de Joselu han sido importantes, pero mal hará si justifica su fracaso en ellos o si fía su suerte a lo que le fichen en enero. Las soluciones tienen que venir desde ya, el Dépor debe tener también un plan en ataque, hay que crear un hábitat adecuado en los últimos metros para que marcar un gol no sea una odisea. Poner una coartada es a veces el primer paso para no cumplir un objetivo y el Dépor no se lo puede permitir.