El problema en Vigo no fue perder, ni siquiera la goleada, fue que había mucho que reprocharle al Dépor, a Garitano. Esta noche, todo lo contrario. El equipo se vació. Nada que objetar. Fue valiente. Cuando pudo, atacó con lo que tiene. Cuando no le quedó más remedio que taparse, lo hizo con honradez y recobrando maneras defensivas ya olvidadas. Todo ante un rival superior y, sobre todo, necesitado. Una mala mezcla. También cometió errores, claro. Pero dentro de su humanidad y con el eterno pero de esos tres puntos que hubieran venido de maravilla, el conjunto blanquiazul ganó crédito esta noche. Además de rodear mejor a Andone y poner más carne en el asador arriba, Emre fue principio-fin, el bien y el mal. El grupo creció y confió a partir de él, marcó el gol, y cometió un error imperdonable en la jugada del empate. Una pérdida que escuece. Él es así. Un diamante imperfecto, aún por pulir, con el que Riazor no se puede sentir más identificado.

Garitano no se pareció en nada al de hace una semana. Su metamorfosis tuvo una incidencia directa en el once del Dépor. Fuera Lux, Fernando Navarro, Guilherme, Fayçal y Babel. Sus puestos los ocupaban Tyton, Luisinho, Borges, Marlos y, sobre todo, Emre. Además de la decisión estratégica de sentar a un portero, el mensaje lanzado por los blanquiazules se centraba en su línea de enganches. Quería imponerse, pretendía desequilibrar, hacer daño. Su idea era ser otro equipo, mejor, y así estar más cerca de ganar. Una apuesta sin dobleces. El 'todo o nada' de Garitano se hacía aún más evidente por contraste. Prandelli se protegía con una maravilla llamada Joao Cancelo como interior. Seguridad y a correr. Sufrió, pero también le pudo salir bien con el portugués y su sociedad con Dani Parejo.

El Dépor era otro. Hasta Bruno Gama parecía revitalizado. Agarrado a Emre, llegaba más a zonas de ataque, ya fuese en jugada o tras rechaces de centros pasados. Andone estaba acompañado y Marlos se aprovechaba muchas veces del torrente ofensivo de la banda derecha o de recuperaciones en zonas sensibles. El equipo coruñés estaba muy activo y suelto y las ocasiones empezaron a sucederse. Pudo marcar el portugués, el colombiano en un par de disparos cruzados, pero fue el turco el que tuvo la más clara con un cabezazo que mandó al cuerpo de Diego Alves. Pensó que no tendría otra igual.

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El equipo coruñés se quedó sin premio en su mejor fase y su rival empezó a crecer con el balón, lo que suele pasar con los buenos equipos. Los últimos veinte minutos de la primera parte fueron suyos. Disfrutó de varias ocasiones, Tyton se hizo grande en un uno contra uno ante Rodrigo. Y cuando se acariciaba el descanso llegó la explosión. Esta vez Emre entró como un tráiler en el área y no falló. Celebró con rabia, Riazor lo hizo con él.

El Dépor respiró un segundo, el que le dio el Valencia. Los chés son superiores y fueron a por todas en la segunda mitad. El equipo coruñés se vio ahogado por cansancio, por su fútbol. Parecía cuestión de tiempo que llegase la igualada. Quizás lo que más le pudo doler al deportivismo es que se produjo por un fallo propio. Prandelli apostaba fuerte dando entrada a Munir por Abdennour, pero al final la chispa de la desgracia llegó en una perdida de Emre cuando quiso regatear con balón en una zona comprometida. Tyton esta vez no pudo obrar un nuevo milagro.

El Valencia no bajó el pistón tras el gol. Tacaba, tocaba, empujaba. Necesitaba los puntos. No va a llegar a donde pretendía, pero necesita escalar posiciones para vivir la vida con un mínimo de tranquilidad. El Dépor pagó el esfuerzo y se defendió como pudo y con un Tyton de nuevo inmenso. El polaco respondió de una manera inmejorable a la oportunidad. La portería es suya.

A Garitano se le vio un poco paralizado haciendo los cambios, mientras Prandelli iba resguardando a sus jugadores más duros que, por momentos, habían rozado la expulsión. Hasta jugó Fede. Riazor le ovacionó, le espera. Al Dépor le faltó un segundo aire para repetir la proeza de hace un mes ante el Sporting. No podía, no le quedaba nada. Se dio la vuelta como un calcetín. Este es el Dépor que quiere Riazor. Mejor o peor, pero sin guardarse nada.