El Deportivo camina por la Liga de sopapo en sopapo, zarandeado por sus propias debilidades y maltratado de manera injusta por los resultados. Ayer no hubo decisiones arbitrales controvertidas que mediaran en la derrota, pero sí una colección de errores gruesos difíciles de justificar y digerir para un equipo que hacía tan solo siete días que se había llevado una bofetada dolorosísima. El tarascazo en La Rosaleda fue incluso mayor, y posiblemente más inmerecido que ante el Sevilla porque el conjunto de Garitano fue superior. El resultado final, sin embargo, habla de un equipo castigado que no encuentra resquicio de salida a la dinámica depresiva en la que se ha instalado y cuyo colofón fue el tanto de Ontiveros ayer en el descuento.

Hasta ese fatídico minuto 92 el Deportivo había mostrado de todo: iniciativa, debilidad, coraje, dudas, atrevimiento y una pizca final de complacencia enviada desde el banquillo que terminó por perjudicarle. Merecía sin embargo mayor fortuna después de conseguir igualar un marcador y sobreponerse a la pegada del Málaga, que con apenas un par de oportunidades logró adquirir una ventaja en el marcador que parecía definitiva al comienzo de la segunda mitad.

Logró reaccionar el Deportivo, al que el partido se le puso cuesta abajo otra vez nada más arrancar. Vicandi Garrido señaló un penalti muy liviano después de las más que justificadas quejas arbitrales de la plantilla, el entrenador y el presidente. Borges lo transformó e inauguró una etapa de dominio total para los blanquiazules, que mostraron toda la seguridad y solvencia de la que habían carecido en este tramo inicial del campeonato. Andone incluso tuvo la oportunidad de ampliar la ventaja para los deportivistas con una ocasión al filo de cuarto de hora.

Juanfran respondió al desmarque del delantero rumano con un pase profundo que dejó a su compañero en ventaja frente a Kameni, pero Andone se precipitó. Tenía la posibilidad de salir hacia afuera con el portero camerunés ya tumbado sobre el césped, pero escogió golpear de primeras. El balón se marchó fuera y con ello la posibilidad de inclinar todavía más el partido hacia los intereses blanquiazules.

Acumulaba por entonces el equipo de Garitano la posesión de la pelota y se mostraba como un conjunto aseado manejándola ante la pasividad de un Málaga contemplativo que sin embargo se engancharía al partido a través de un penalti inocente, esta vez en el área contraria.

La defensa deportivista no supo sujetar una incorporación por la izquierda de Chory Castro y Borges terminó agarrando de forma grosera y poco disimulada a Santos. El Málaga aprovechó el regalo y colocó el empate, aunque el guión del partido no cambió demasiado.

Siguió dominando el conjunto deportivista, cómodo con la pelota hasta que Albentosa se hizo un lío inopinado en el borde del área. Primero erró una entrega a un compañero que quiso enmendar con un despeje que se quedó corto. El remedio tampoco le funcionó y terminó placando a un rival a dos palmos del área deportivista.

Lanzó Sandro y la pelota se coló por la escuadra en uno de esos tantos que no faltan en las recopilaciones de los mejores de la temporada. Con dos acciones a balón parado el Málaga se colocó por delante en el marcador sin apenas darse cuenta para desgracia del conjunto de Garitano, que alimentaba así su sentido trágico.

Lo haría todavía más tras la reanudación con un tercer gol que confirmó el mal momento defensivo que atraviesan los blanquiazules. Santos remató una jugada por la derecha prácticamente solo, sin que Fayçal desde la mediapunta acudiera a tapar el boquete y evitar que el partido se encaminase hacia el desenlace.

No parecía que el Deportivo pudiese reaccionar después de haberse destacado desde comienzos del campeonato como un conjunto con la mandíbula de cristal, pero encontró aliento en el banquillo con la entrada de Carles Gil. Infrautilizado desde que arrancó la temporada a pesar de estar llamado a ser una de las piezas fundamentales del equipo, colocó un centro sensacional en la cabeza de Andone nada más ingresar en el campo. El Deportivo vio la posibilidad de engancharse al partido y mostró ímpetu para arrinconar al Málaga en su portería y rozar en varias ocasiones el empate. Le llegó en un despiste de los locales a balón parado y tras una pifia de Kameni, que premió la ambición y las ganas de los blanquiazules en ese tramo final del partido.

Lo tenía en su mano esta vez el Deportivo, a la inversa de lo que había ocurrido contra el Sevilla cuando era el rival el que llevaba la iniciativa y disfrutaba de la inercia que te proporciona el llegar desde atrás en el marcador. El mensaje desde el banquillo, sin embargo, fue el contrario. Garitano retiró a Marlos, un puñal en la segunda parte, y colocó a Mosquera para retener el punto y el empate. Después llegaría la bofetada. Otra más.