Horrible, por fuerte que pueda sonar, es el calificativo que más justicia hace al Deportivo según su aportación al partido ante Las Palmas.

Con un dibujo inicial que invitaba a lo que ocurrió durante toda la primera mitad y una buena parte de la segunda, hasta que se pasó a jugar con un punta y cinco centrocampistas, el Deportivo no tenía otra posibilidad que deambular y vivir de la nada.

Ante un equipo que basa todo su juego en la posesión, que ataca en acciones combinativas, con pases constantes al pie más que a los espacios, con juego interior sobre todo, el Deportivo optó inicialmente por poner a Çolak en banda facilitando con ello al rival una vía ofensiva que aprovechaba una y otra vez.

Nada en defensa con regalo de turno habitual en el gol encajado, que semeja ser producto de un exceso de relajación o falta de intensidad, amén de una deficiente orientación defensiva. Nada en ataque por la lógica de que sin balón difícilmente puedes atacar, y hoy ni siquiera contraatacar.

Sin balón, porque no hubo una propuesta clara de cómo recuperarlo. El equipo parecía no tener claro cómo alcanzar ese objetivo y mostraba una descoordinación tal que tanto Andone como Joselu no se veían acompañados por el resto de las líneas en sus intentos de presión sobre la defensa de Las Palmas.

Solo la reconstrucción del dibujo, pasando Çolak al centro de forma definitiva y Joselu posicionado en la banda, junto a que el equipo local se quedaba con diez futbolistas, hizo atisbar algo de mejora aparente en el Deportivo.

Aparente, porque aunque se pasaba a sufrir menos en defensa, y aunque el balón aparecía más en las botas de los futbolistas coruñeses, esto no se traducía en es superioridad que pudiera ilusionar con un segundo gol por méritos más allá que los de un pelotazo, tal y como se había ejecutado el del empate finalizado por Andone.

Y así se fue desarrollando el partido, con un Deportivo desordenado, sin ideas en ataque y ofreciendo muchas facilidades en el aspecto defensivo. Menos mal que Las Palmas no tiene la contundencia de otros equipos con estilo de juego similar, esto hizo posible que la distancia y la gran diferencia existente durante el partido solo se notara en el juego y no en el resultado.

Mención especial merece la decisión de dar entrada a Pinchi a falta de un minuto para la finalización del partido, cuando había otras opciones con otros futbolistas.

Si lo propuesto ayer por el Deportivo merece una reflexión, lo acontecido con Óscar Pinchi merece una mayor todavía.

Lamentable.