Gaizka Garitano conoce bien Ipurua, un campo un poco más pequeño que Riazor y situado en la falda de un monte con las gradas muy encima de los jugadores. Sabe que los partidos se cuecen en el centro del campo -casi todos-, por eso está exigiendo a sus jugadores mucha presión a los eibarreses en la zona en la que se cocina el juego de ataque. La misma receta podrá aplicar Mendilibar para sujetar a los blanquiazul, quizá por eso el entrenador deportivista también pidió ayer a sus hombres que muevan el balón. "Hay que mover mucho la pelota", arengaba a sus hombres durante la sesión de trabajo desarrollada en Abegondo.

Busca el vasco el primer triunfo a domicilio con el Deportivo en la que fue su casa durante seis temporadas y en la que debutó como técnico, puesto que abandonó por voluntad propia tras el descenso a Segunda en la temporada 2014-15 -recuperaría el puesto en la máxima categoría tras el descenso administrativo del Elche-, después de alcanzar el ascenso a Primera División en la campaña 2013-14.

Sabe Garitano que el rival va a plantear un partido muy físico, sobre todo cuando se trate de recuperar el balón, y que buscará lanzamientos rápidos en el momento en el que busque la portería blanquiazul. Por eso Garitano insistió, sobre todo a Celso Borges y Guilherme, que también necesitarán del apoyo desde la bandas -descontado ya el que ofrece habitualmente Andone- e incluso Çolak tendrá que aportar un desgaste extra para ayudar atrás y después en tareas de creación. Es decir, los de siempre.