De los hermanos Mendonça, o Mendoza según la tradición popular blanquiazul, queda un recuerdo fugaz en A Coruña. Los más veteranos aficionados deportivistas no olvidan su aventura a finales de la década de los cincuenta procedentes del Sporting de Braga. Llegaron como una apuesta exótica y a la vez desesperada de un club al que en aquella temporada 1957-58 se le atragantaba la Segunda División tras un descenso el curso anterior. "Teníamos un equipazo, un equipo fenómeno, pero no éramos capaces de ganar un partido", recuerda Luis Martínez Montero, Manín integrante de aquella plantilla que se vio abocada a una situación desesperada. "No teníamos explicación. Teníamos un gran equipo, éramos los mismos que un año antes estábamos en Primera", añade.

Un inicio titubeante condenó al Deportivo Deportivo de los Otero, Amador, Reija y Polo a prácticamente un pleno de victorias en el tramo final de la temporada para evitar el descenso a Tercera División. "Faltaban ocho partidos y los teníamos que ganar todos si queríamos salvarnos", recuerda Manín. Situaciones desesperadas requieren soluciones desesperadas y desde el club se puso la mirada en tres hermanos que descollaban en el Sporting de Braga (el tercero, João, ya fallecido, no pudo jugar por la reglamentación), conjunto que acogerá hasta final de temporada a Fede Cartabia antes de iniciar su segunda etapa en A CoruñaFede Cartabia A Coruña.

El argentino hará a final de curso el mismo trayecto que en su día los Mendonça. En ellos depositó el club sus esperanzas para esquivar un descenso que los rivales daban por seguro. Fue el más pequeño (Jorge) el que más contribuyó a evitarlo, a pesar de que también se esperaba mucho de Fernando. "Jugaba muy bien al fútbol, lo que pasa es que era muy lentito", rememora Manín. Pero el que realmente marcaba diferencias, puntualiza el histórico jugador deportivista, era su habilidoso hermano. "Era un fenómeno", subraya.

Disputó solamente siete partidos, suficientes para ganarse un hueco privilegiado en la historia deportivista y contribuir de manera decisiva a una permanencia que se resolvería mediante una promoción ante el Ourense. Para saber hasta qué extremo fue determinante, basta con fijarse en los números de Amoedo, uno de los delanteros de aquel equipo. Antes de su llegada contabilizaba cinco goles y terminó el curso con 15. Marcó cuatro dobletes (incluido uno en la promoción) y un triplete. "Si no fuera por los Mendonça, seguramente hubiéramos descendido", reconoce Manín.

Fue tal su aportación que enseguida llamó la atención de los grandes equipos del continente. El Deportivo no pudo ni siquiera pensar en la posibilidad de retenerlo. Ni a él ni a su hermano Fernando. "Los dos pertenecían al Braga y solo estuvieron hasta final de temporada", apunta Manín. Jorge iniciaría a partir de ahí una carrera que le llevó a convertirse en figura histórica del Atlético y a recalar posteriormente en el Barcelona. Ganó títulos y es recordado como uno de los grandes jugadores del campeonato español.

Su hermano tuvo una trayectoria más discreta que le hizo recalar de nuevo en el Deportivo, con el que viviría un ascenso (en la 1961-62, con Amancio y Veloso a los mandos) y disputaría una temporada en Primera División, aunque con una participación casi testimonial. Se le recuerda sobre todo por su parentesco con Jorge y por aquella llegada procedente de un Braga que ahora volverá, de alguna manera, a colaborar con el conjunto blanquiazul a través de la cesión de Cartabia.

Allí ha encontrado un hueco después de abandonar el Valencia y de que los movimientos invernales impidieran que se incorporase de manera inmediata a la plantilla deportivista. Su estreno podría llegar esta noche ante el Estoril.