Ya no le queda nada a lo que agarrarse a este Deportivo, ni siquiera las sensaciones, su coartada en este 2017 tan nefasto. Sigue sin ganar y, lo que es peor, ayer solo hizo méritos hasta el descanso, sobre todo en una primera media hora más que decente. Tras la reanudación se fue poco a poco diluyendo hasta acabar estrellándose frente a un Alavés que supo esperar su momento. Perdido. Sin ideas. Apelando a la épica, no al fútbol. Así acabó el Dépor un encuentro en el que se jugaba la vida. Ni puntos, ni sensaciones. Nada.

Triste desenlace, otro más, a un partido crucial que comenzó como cabía esperar, con los blanquiazules proponiendo mucho más que su rival. Solo faltó el gol para plasmar su claro dominio en una primera media hora notable en la que el equipo coruñés tuvo de todo, salvo acierto de cara a portería. Además de fútbol, derrochó intensidad y hambre por encontrar la primera victoria del año. Con más carácter y contundencia que de costumbre, el Dépor puso cerco a la portería de Pacheco desde el pitido inicial.

Cargó sin tregua, viviendo permanentemente en campo contrario y acumulando mucha gente en posiciones ofensivas. Empezando por los laterales, especialmente profundos, sobre todo Juanfran, que mezcló muy bien con Kakuta en la banda derecha. Desde el otro carril partió Luisinho, una de las tres novedades en el once con respecto al anterior encuentro en San Mamés. Las otras dos fueron sorprendentes, tanto la de Bruno Gama, que de descartado pasó a ser titular, como la de Germán Lux, repescado para la causa por las dudas que estaba transmitiendo Tyton.

Volvía el Deportivo a Riazor después de haber disputado fuera cuatro de los últimos cinco partidos de Liga. Mucho tiempo sin jugar en casa y también mucho sin vencer. Dos meses largos sin sumar de tres en tres, una racha negativa de resultados verdaderamente preocupante pese a haber acumulado más méritos que puntos. Pero de nada valen los merecimientos a estas alturas de la temporada. Lo que cuenta, como recordó Tino Fernández esta semana, son los puntos, y el Dépor recibía al Alavés con solo 19 en su casillero, a tres de los puestos de condena. Le urgía ganar. Lo necesitaba mucho más que su rival y se notó desde el inicio tanto en el planteamiento como en las intenciones de ambos equipos. No le importó nada al Alavés que los coruñeses llevaran la iniciativa. Supo sufrir, tuvo paciencia para esperar su momento y lo aprovechó.

Buena primera parte del Deportivo. Mereció irse al descanso con ventaja, por ocasiones y fútbol. Fue el único que salió a buscar la portería contraria de forma decidida, mientras que el Alavés se limitó a juntar líneas y esperar alguna salida a la contra. Solo una logró culminar, y fue de regalo, tras un mal despeje de Sidnei que Deyverson aprovechó para plantarse solo ante Lux (m.23). Su remate alto, más un cabezazo de Feddal que mandó a córner Lux, fueron las únicas oportunidades claras de los vitorianos en toda la primera parte. Mucho más y mejor atacó el Dépor. Solo tardó siete minutos en fabricar su primera ocasión, tras un centro de Bruno cabeceado fuera por Kakuta. El francés fue uno de los más incisivos, demostrando visión de juego y también regalando algunos detalles de calidad, igual que Çolak, una vez más el guía del ataque coruñés.

A base de arreones el Deportivo logró embotellar en su campo al Alavés, agobiado para defender un sinfín de acciones a balón parado, tanto córners como faltas laterales. Tras un saque de esquina casi marca Sidnei de cabeza. Aún más clara la tuvo Kakuta en el 19. Su remate golpeó en el larguero y Juanfran anduvo rápido para buscar el rechace y conectar un testarazo que Pacheco detuvo con apuros. Parecía que el 1-0 era solo cuestión de tiempo, pero no llegó. Andone seguía peleando todos los balones pero no le filtraron ninguno franco para el remate. Apareció más Kakuta para seguir llamando a la puerta del gol tras una buena triangulación con Juanfran (m.25). Por poco se marchó fuera su remate y el acoso coruñés se fue relajando en el tramo final de la primera parte.

Quedaba toda la segunda para seguir insistiendo, pero el Dépor se fue sintiendo cada vez más incómodo. Tuvo sus opciones, la más clara un disparo lejano de Andone que Pacheco desvió con una gran estirada, y el Alavés supo esperar su momento. De la nada se encontró con el penalti de Albentosa (m.67), transformado por Manu García para la desesperación, otra más, de la afición y del equipo coruñés. Ya no volvió a ser el mismo. Atacó sin ideas, más con corazón que con fútbol ante un rival bien plantado. Apenas sufrió el Alavés. Incluso le birlaron un penalti claro de Guilherme sobre Theo, aunque en el 90 Feddal tuvo que sacar bajo palos un disparo de su compatriota Fayçal. Fue la última del Dépor, peor tras los cambios. Otra jornada más sin sumar del equipo coruñés, incapaz de escapar de esa dinámica perdedora que puede arrastrar con todo. El sábado, en Butarque, otra final.