La derrota del pasado sábado ante el Alavés, la tercera consecutiva del Deportivo, enciende definitivamente las alarmas en el equipo coruñés, incapaz de ganar un partido desde que empezó el año. Acabó 2016 con muy buenas sensaciones al abrigo de los buenos resultados gracias a los triunfos ante Real Sociedad y Osasuna, más la remontada de la eliminatoria de Copa frente al Betis. Parecía dejar atrás un inicio de temporada bastante flojo para impulsarse hacia posiciones más tranquilas de la tabla. Sin embargo, desde que empezó 2017 el Dépor no ha logrado ganar ni un solo encuentro, ni en la Liga ni tampoco en los octavos de final de la Copa ante el conjunto vitoriano, su verdugo del sábado. Tras seis jornadas disputadas este año, solo fue capaz de enlazar tres empates frente a Espanyol, Villarreal y Las Palmas, a los que siguieron tres derrotas consecutivas contra Eibar, Athletic y Alavés. Sigue anclado en los 19 puntos, solo tres por encima de los puestos de descenso, aunque con un partido más por disputar que sus rivales directos, el duelo frente al Betis aplazado por los daños en las cubiertas de Riazor y que quedó fijado para el 8 de marzo.

Sin pegada. En la primera parte del choque del pasado sábado el Dépor generó las suficientes ocasiones claras como para poner el partido de cara, pero fue incapaz de batir a Pacheco. Le sigue faltando una pizca de fortuna, por ejemplo en la acción del remate al larguero de Kakuta, pero sobre todo acierto. El Alavés supo sufrir y, haciendo mucho menos, se llevó la victoria.

Reaccionar, misión imposible. Al Deportivo le cuesta muchísimo levantarse cada vez que recibe un golpe. Es como si se bloqueara cuando el rival le marca gol. Le pasó en la anterior jornada en San Mamés y también el sábado pasado en Riazor. El equipo coruñés nunca baja los brazos y da todo lo que tiene hasta el final, pero futbolísticamente se nubla cuando los partidos se le tuercen. Contra el Alavés atacó peor tras el 0-1, con mucho más corazón que buen juego, llegando incluso a dar síntomas de impotencia. En los 22 encuentros de Liga que lleva disputados esta temporada, solo remontó uno, el de la jornada inaugural frente al Eibar.

Peor tras los cambios. Gaizka Garitano volvió a buscar soluciones en el banquillo para tener más llegada y gol en la recta final, pero sus cambios no funcionaron. De hecho, el Dépor atacó peor cuando decidió introducir a un segundo punta, Joselu, y retrasar la posición de Emre Çolak, que se diluyó jugando tan lejos de la portería contraria. Al final, el conjunto blanquiazul recurrió a los pelotazos en largo y al balón parado para tratar de generar algo de peligro, aunque el Alavés no sufrió demasiado para defender el 0-1. Solo Fayçal estuvo cerca de marcar.

Otro Dépor sin Babel. El holandés es uno de esos futbolistas que no solo marca diferencias por sí mismo, sino que hace mejores a los compañeros que están a su alrededor. Desde su marcha, el Dépor es otro. Como cabía esperar, nadie aguanta las comparaciones con el ahora jugador del Besiktas. Kakuta ofrece destellos de calidad hasta que se le agota la gasolina, mientras que Ola John, el otro refuerzo invernal para las bandas, todavía está lejos de su mejor forma y se quedó fuera de la lista para recibir al Alavés por decisión técnica.

Dos duelos directos a la vista. La última victoria liguera del Deportivo fue el 18 de diciembre del año pasado, cuando se deshizo con solvencia de Osasuna en Riazor. Desde entonces han pasado más de dos meses y no ha vuelto a ganar. El próximo sábado, en Butarque, afrontará otra final frente a un rival directo como el Leganés. Cinco días después, el jueves 2 de marzo, recibirá al Atlético, para luego cerrar la semana el domingo 5 en El Molinón, otro duelo por la salvación que marcará mucho el resto de la temporada. El Deportivo aún está a tiempo de enderezar el rumbo, pero el margen que tenía se le agotó. Con solo tres puntos de ventaja sobre la zona de descenso, está obligado a ganar en Butarque para salir de esa espiral hacia el hoyo que ya dura dos largos meses.