Tino Arce, catedrático de Psicología de la Universidade de Santiago de Compostela (USC), en la que es profesor y director de su Unidad de Psicología del Deporte, analiza la situación del Deportivo desde el punto de vista mental, que está influyendo, y mucho, en su prolongado bache de resultados. "Lo que necesita el Deportivo es una lluvia de confianza, de todos. De la directiva al entrenador, del entrenador a los jugadores, de los jugadores entre sí, de la afición, de los medios de comunicación. Todos con el equipo", recomienda. Entrenador nacional de fútbol y exseleccionador gallego en categorías inferiores, Arce preside el comité organizador del II Congreso Internacional sobre Fútbol y Psicología, organizado por la USC y la Federación Gallega, y que se desarrollará del 26 al 30 de junio. Hace justo dos años, en febrero de 2015, fue invitado a Abegondo por el Deportivo para ofrecer una conferencia a los alumnos y exalumnos de la Escuela de Entrenadores del club, bajo el título La Motivación.

-¿Cómo recupera la confianza un equipo que la ha perdido?

-Los jugadores utilizan mecanismos muy parecidos a los de una persona normal en otros ámbitos. Los buenos resultados siempre nos dan confianza, y si no llegan, la perdemos. Es un mecanismo que nos afecta a todos por igual. La confianza es un manantial que llevamos dentro, que se va llenando con abundancia de buenos resultados y que con escasez se va vaciando.

-¿Lo que hace falta entonces es un resultado, una victoria?

-Sí, pero eso sería redundante. La confianza se consigue con resultados, los resultados con confianza, y hay que salir de ese bucle. Las personas tenemos capacidad suficiente para ganar confianza basándonos en otros anclajes. Hablamos desde fuera y nunca sabremos tanto como el cuerpo técnico y los jugadores, que son los que tienen toda la información, pero seguro que siempre se van a encontrar maneras, recursos mentales y estratégicos suficientes desde el punto de vista psicológico para resolver esas situaciones tan duras y tan complicadas.

-¿Cuáles son esos otros anclajes a los que se refiere?

-Si tuviéramos una sola manera, sería muy fácil. Son muchas piezas que tienes que componer. Una de las bazas que tienes es enfrentarte al problema durante la semana. Hay que entrenarlo, prepararlo y en la previa del partido la intervención es fundamental. Durante la semana lo más importante es preparar tareas que el jugador pueda resolver de manera eficaz para recuperar la percepción de competencia que está perdiendo. No hay que meter mucha carga psicológica, ni física, ni táctica, sino tareas más simples para que el jugador vea que efectivamente es capaz y vaya poco a poco recuperando la confianza. También es muy importante el apoyo social, el feedback positivo entre todos, constante, y recalcando lo que se hace bien. En la previa del partido hay que tener mucho cuidado.

-Para no tensionar de más.

-Claro. Probablemente lo que le esté pasando al equipo sea un exceso de tensión, una sobreactivación. Antes de competir se trata justamente de conseguir el proceso contrario y rebajar la tensión, porque ellos ya van a estar sobretensionados. Desde el punto de vista psicológico, hay que centrarse en los aspectos que son controlables. No se debería hablar, por ejemplo, de ganar, porque le estás metiendo presión y ese no es un factor controlable por el jugador, porque puedes jugar bien y perder. Hay que hablar de mantenerse fiel, de los roles de cada uno? El entrenador tiene que generar mucha confianza en los jugadores, tiene que hacer ver que confía en ellos, y durante el partido, si es en casa, la afición tiene que estar con el equipo. Cada uno aporta un porcentaje pero es cosa de todos.

-Pero en la elite hay que saber convivir a la fuerza con esa presión, ¿o no?

-Sí, el futbolista profesional está acostumbrado a la presión, lo que pasa es que llega un momento en que es excesiva y se pasa de los límites de tolerancia, porque el futbolista es una persona, tiene sentimientos y llega un momento en el que ya no soporta más. Después también hay diferencias entre jugadores y los que mejor soportan la presión tienen una función importante, que es contagiar confianza a los demás. En los momentos de desconfianza es cuando menos hay que presionar. Ellos ya están presionados de más. Si les bajas un poco el nivel de tensión, tendrán más precisión y una mejor ejecución.

-¿Cómo afecta al rendimiento esa sobreexcitación?

-Lo que le está ocurriendo a la gran mayoría de jugadores, probablemente no a todos, es que se dispara la ansiedad y se les vienen escenas de partidos anteriores que te llevan a pensar que de nuevo va a pasar lo mismo. Ese exceso de ansiedad produce dos tipos de errores: a nivel orgánico, el grado de tensión muscular es más elevado del necesario y eso provoca errores motores en la ejecución técnica; también influye sobre la capacidad atencional, porque de alguna manera la descompone y cuando estás nervioso no puedes procesar toda la información relevante para tomar decisiones. Ese tema se puede trabajar durante la semana manteniendo al jugador centrado en la tarea.

-¿Qué le parece que el actual cuerpo técnico del Deportivo no tenga un psicólogo directamente conectado con el primer equipo en el día a día?

-Hay que respetar la decisión del entrenador. Es cosa de él. Probablemente confíe en sus propios recursos y conocimientos, y no nos debemos meter. El entrenador sabe que existen esas posibilidades y luego él decide, pero me gustaría destacar que el servicio de psicología del Deportivo es buenísimo.