Pepe Mel (Madrid, 1963) inició ayer su andadura como entrenador del Deportivo coincidiendo con su cumpleaños. Ha sido el "regalo" que esperaba después de un año alejado de los banquillos tras su destitución en el Betis la temporada pasada. El madrileño arranca con un mensaje centrado en lo emocional, precisamente una parcela en la que su antecesor Gaizka Garitano nunca consiguió manejarse con soltura. Mel es en ese apartado lo contrario que el vizcaíno, más hermético y reservado. Cómodo durante su presentación, expuso el ideario que pretende desarrollar de aquí a final de temporada con propósito de continuidad. Firma por un año con la opción ya pactada de ampliarlo en caso de alcanzar la permanencia.

Entiende que para conseguirla deberá romper un obstáculo anímico más que futbolístico y conectar con una plantilla carcomida por los malos resultados que el sábado en Leganés ofreció la peor imagen de la temporada. Esa será su tarea más urgente y lo que prometió de cara a los compromisos inmediatos que afrontará el equipo: mañana ante el Atlético en Riazor Atlético Riazor y el domingo frente al Sporting en El Molinón. "Vengo a ayudar y a transmitir ilusión. A darle a los futbolistas la confianza que a lo mejor necesitan", aseguró en su presentación ayer acompañado del presidente.

Su principal preocupación nada más aterrizar al mediodía y firmar su contrato era diagnosticar el estado de moral de los jugadores y sus sensaciones tras arrancar el año sin ninguna victoria y colocarse a dos puntos del descenso -"es una situación en la que no te puedes dormir", advirtió-, sin detenerse demasiado en sus planteamientos o la filosofía de juego que pretende implantar. "Tengo el convencimiento de que para ganar partidos lo más sencillo es jugar bien, pero ahí viene el eterno dilema: ¿Qué es jugar bien?", se preguntó. "En estos 15 partidos voy a intentar que lo que el público vea le haya merecido la pena", respondió. "No estoy diciendo que haya que jugar alegre, lo que digo es que hay que hacer las cosas divirtiéndose. Yo vi al Dépor sufrir en Leganés, pero quizá sea el único partido en el que el Dépor no estuvo a la altura", abundó.

A Mel le preocupa que el equipo pierda el pulso de la grada, como ocurrió en el último encuentro disputado en Riazor ante el Alavés Riazor Alavés o el sábado en Leganés Leganés con los aficionados deportivistas desplazados a Butarque para ver el partido. Por ese motivo lanzó también guiños a una hinchada que ha dado síntomas de hartazgo tras constatar que una temporada más el objetivo estaría lleno de nubarrones. "Para jugar al fútbol bien tienes que tener alegría. Esto es un espectáculo, es el futbolista el que tiene que conectar con la gente. Son los jugadores los que tienen que conectar con el público de Riazor. Eso el jugador lo tiene que entender", reflexionó.

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Primer entrenamiento con Pepe Mel

Lo inmediato, insistió, es devolverle a los futbolistas la confianza en sus propias posibilidades y las de sus compañeros, evitar que se repitan situaciones como la que se vivió en Leganés, a juicio del nuevo entrenador deportivista. Allí, apuntó, pudo verse al equipo roto por primera vez en la temporada después de haber "estado en los partidos siempre". "Si se me pregunta en verano, diría que quiero jugar así, pero estamos en el esprint final. Estamos en marzo y el estilo de juego es intentar que los futbolistas comprendan que son buenos y que todos juntos pueden ganar partidos. Lo que necesita el Dépor es ganar partidos", argumentó.

Para ello necesitará dedicarse de lleno a los jugadores, hablar con ellos, comprenderles mediante la experiencia que le aporta su carrera como entrenador y al mismo tiempo su dilatada trayectoria como futbolista profesional. "Voy a intentar dar el camino a seguir, pero tengo la necesidad de que los futbolistas crean en mí. Tengo que hablar mucho con ellos", advirtió.

Su deseo es que la plantilla se contagie de la ilusión que posee él por dirigirlos y para ello no ahorró elogios hacia los jugadores en su llegada. "Si a cualquier entrenador le pones la plantilla del Dépor delante y le preguntas si quiere entrenarla, el 100% diría que sí. Eso para mí responde todo", aseguró.

Por eso no dudó cuando recibió la llamada de Richard Barral. "Me llamó y me dijo: 'Pepe, soy Richard Barral, ¿quieres entrenar al Dépor?' Por supuesto, qué ilusión, qué alegría", desveló. Porque a pesar del desafío que supone y de la situación en la que se encuentra actualmente, el nuevo entrenador deportivista entiende que "al Dépor no se le puede decir que no".