Un empate reactivó ayer al Deportivo después de una sucesión de tropiezos. Sigue sin ganar, que es lo que realmente necesita un equipo tan necesitado como el blanquiazul, pero la igualada ante un rival como el Atlético le valió para enjugar penas y al mismo tiempo recuperar autoestima para lo que se le avecina. La necesita tanto como los puntos después de la espiral en la que se instaló desde comienzos de año y Pepe Mel en su estreno en el banquillo supo dársela.

Evidenció los nervios al comienzo ante un rival con pedigrí y apenas olió la pelota en unos primeros diez minutos en los que Riazor examinaba en silencio la propuesta del nuevo entrenador. Por la pelota no tenía pinta de que fuera a pasar después de que el destituido Garitano hiciera bandera de la posesión y el buen trato del balón mientras acumulaba traspiés. No es que le costara al Deportivo encontrar el hilo, es que ni compareció en un tramo inicial dominado con autoridad por el Atlético, aunque sin enseñar los colmillos.

A los blanquiazules les cambió la cara el inesperado tanto de Andone al filo del cuarto de hora. Llegó justo cuando comenzaban a desperezarse, en el momento en el que Çolak empezaba a asomar la cabeza y Mosquera y Borges ganaban sus duelos en el centro del campo. A partir de la ventaja, el Deportivo comenzó a crecer.

Y eso que el tanto llegó con un punto de fortuna, paradójico frente a la colección de desdichas que acumuló el equipo desde el comienzo de campeonato. Oblak cedió un balón arriesgado a Giménez en un saque de puerta sin detenerse demasiado en que por ahí andaba Andone, siempre dispuesto a complicar la existencia a los rivales. El uruguayo se entretuvo y el delantero se plantó en solitario ante el portero rojiblanco. El Dépor se ponía por delante, justo lo que necesitaba dadas sus circunstancias.

El gol espoleó al equipo, necesitado de autoestima después del revolcón con el que regresó de Leganés Leganés y tras el despido esta semana de GaritanoGaritano. Su sustituto en el banquillo interpretó que lo que necesitaba la plantilla era recuperar confianza y apeló a la vertiente lúdica del fútbol para tratar de que los jugadores se aislasen de la delicada situación que atraviesan en la clasificación.

El Deportivo, sin embargo, solo se divirtió a partir del tanto de su delantero rumano. A partir de ahí empezó a amargar al Atlético a través de la imaginación de Emre Çolak y del dominio en el centro del campo que ejercieron Mosquera y Borges. Entre los dos sometieron a Gabi y Thomas, al mismo tiempo que sujetaban las incorporaciones de Griezmann. Serio y concentrado, el Deportivo no se parecía en nada por entonces al conjunto que deambuló por Butarque hacía apenas cinco días.

Pero el equipo necesitaba comprometer algo más al Atlético, que mantenía el recurso del balón parado para seguir vivo en el partido. Para eso necesita que Çolak participe y dé sentido al juego blanquiazul. Eso sucedía con Garitano y seguirá ocurriendo con Pepe Mel al mando.

El turco alumbró algunas jugadas a través de un dominio de balón que lo convierten en un futbolista irremplazable en el contexto en el que se mueve el club deportivista y estuvo más disciplinado que de costumbre para colaborar con sus compañeros en tareas defensivas.

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El Dépor saca un empate ante el Atlético

Los blanquiazules rozarían el segundo en una llegada de Kakuta a la media hora en la que el pase del francés no encontró a nadie en el segundo palo. Se desencadenó el Deportivo en esos quince minutos finales del primer tiempo, en el que Borges tendría un remate franco de cabeza tras una jugada larga que inició Juanfran hacia Çolak. Antes había avisado Correa con un disparo desde la frontal que Lux adivinó.

La mejor llegaría con un remate de Mosquera al palo tras un saque de esquina. Lo desvió lo suficiente Oblak como para impedir que el Deportivo se marchara al descanso con un ventaja ilusionante.

Había sido más consistente que un Atlético sin demasiada continuidad y dispuso de las mejores ocasiones, pero tendría que sostener el resultado frente a un Simeone que iría dando entrada sucesivamente a Gaitán, Carrasco y Torres en busca de la igualada.

Resistiría el empuje rojiblanco hasta que Griezmann alumbró una genialidad con un disparo desde fuera del área que sorprendió a Lux. Filipe ya lo había rozado con otro espléndido remate lejano al palo y justo antes del empate Andone tuvo una llegada franca en la que estuvo demasiado egoísta.

La suerte, la principal carencia deportivista, volvió a faltarle al equipo en el tramo final. Andone no llegó a un centro de Fayçal desde la banda derecha con todo a favor. La pelota le pasó a centímetros de la frente con la cabeza ya armada. Tampoco nadie remachó un barullo en línea de gol tras un saque de esquina y el partido terminó jugándose entre la preocupación por el estado de Fernando Torres tras su caída tras un golpe con ÁlexFernando TorresÁlex.