El Deportivo recordó ayer en Valencia a aquel equipo de no hace mucho, al que le consumía el infortunio y se ahogaba en sus propias debilidades. Le faltó fútbol, también una pizca de suerte, le perjudicó el árbitro y, sobre todo, se le quebró el ánimo. Quizá esto último sea lo más llamativo de lo ocurrido en Mestalla porque la mejoría del conjunto blanquiazul llegó a través de la recuperación anímica que supo trasladar Pepe Mel. Sin eso, sin esa energía que les acompañó tras el aterrizaje del madrileño, el Deportivo tampoco encontró una propuesta futbolística a la que agarrarse. En ese sentido, ha coincidido que los peores resultados han llegado cuando Mel ha tenido más tiempo para introducir variantes en el equipo más allá de las motivacionales. Patinó ante el Celta con un planteamiento que se le atragantó a los jugadores casi tanto como a la grada y volvió a hacerlo ayer con un esquema de dos delanteros que no logró justificar a través de oportunidades de gol y llegadas a la portería contraria. Tuvo condicionantes, la mayoría en unos primeros diez minutos de vértigo que acabarían condicionando el encuentro al completo.

Nada más arrancar, el Deportivo se encontró con dos ocasiones en contra casi calcadas. La primera la desperdició Orellana y la segunda Simone Zaza. Jugadas largas trenzadas por el Valencia cuando el conjunto de Pepe Mel todavía no se había acomodado en el campo y parecía que iba a fiar todo el guion a prolongaciones en largo hacia Andone, con Joselu ejerciendo como pivote en el centro del campo. El planteamiento pudo encontrar su justificación a través de un penalti que cazó el delantero rumano. Falló Fayçal, al que Diego Alves adivinó las intenciones después de adelantarse varios metros con el consentimiento del árbitro. Desperdició esa ocasión el Dépor, pero lo pudo enmendar a través de un tanto de Carles Gil que uno de los asistentes de De Burgos Bengoetxea anuló de manera incorrecta. No habían transcurrido ni diez minutos y el Deportivo refrescaba todo ese infortunio que le acompañó a lo largo de la temporada y que parecía haber espantado con el aterrizaje de Mel. Aún le faltaba, sin embargo, encajar un sopapo más.

El Valencia logró adelantarse a través de una falta mal defendida por todos los jugadores blanquiazules. Parejo puso un centro horizontal que la línea deportivista no supo ajustar. Garay terminó de remachar el remate original al larguero para poner el partido en ventaja para los locales. Se abría entonces el interrogante de ver cómo reaccionaría el equipo y de cómo lo haría también Pepe Mel desde el banquillo. No hubo ni una cosa ni la otra, porque el Deportivo no se estiró y tampoco encontró la manera de justificar la presencia de Joselu y Andone juntos en la alineación.

Era el delantero de Silleda el que se acercaba al centro del campo para intentar arrastrar al mayor número de rivales con la esperanza de tejer espacios a su compañero. La fórmula, sin embargo, no funcionaba y casi todo el peligro llegaba a través de la iniciativa de un Carles Gil especialmente motivado. Su pasado valencianista le animó para ejercer como el futbolista de referencia de un conjunto huérfano de nuevo de Emre Çolak. Por tercera jornada consecutiva, Mel dejaba al turco en el banquillo y con ello daba pistas también de sus intenciones.

No termina el madrileño de encontrarle acomodo al menudo centrocampista, principalmente porque prefiere jugadores por fuera que mediapuntas. Ayer, sin embargo, no justificó su apuesta y tuvo que variarla al descanso, ya con 2-0 en el marcador. Fue otro mazazo para los deportivistas, que al borde de la media hora vieron a Albentosa marcar en propia puerta tras un lanzamiento de esquina.

A Pepe Mel le tocaba variar el plan y recurrió a Çolak nada más arrancar la segunda mitad para encontrar otra referencia con la pelota. Apenas funcionó a pesar de que el Valencia se aculó de manera descarada sobre su portería y fió todas sus opciones a los contragolpes. El turco ejerció a la vez de mediocentro y de interior, disperso en unas tareas a las que no se ha sabido adaptar, pero aún así el Deportivo tuvo alguna oportunidad para cuestionar el marcador.

El propio Çolak probó a Alves con un lanzamiento de falta que consiguió despejar el brasileño. Después sería Joselu desde dentro del área el que trató de sorprender al guardameta del Valencia con un disparo seco y ajustado. El Deportivo, sin embargo, tenía que convivir en sus intentos de recortar distancias con las llegadas de los locales al contragolpe. Eran momentos en los que la iniciativa correspondía a los blanquiazules, aunque sin apenas intención ni acierto. Acumulaba saques de esquina que se traducían en contras peligrosas del Valencia mientras no lograba servir balones suficientes para que Joselu y Andone tuvieran opciones frente a Alves.

Buscó entonces Pepe Mel alternativas por fuera y colocó a Marlos Moreno en el campo después de dos meses. No jugaba desde el encuentro ante el Eibar de la jornada número 17. Tampoco el colombiano supuso una reacción en una tarde en el que otra gran parte del crédito acumulado por Pepe Mel se liquidó. Le ocurrió ante el Celta y también ayer, de manera que el Deportivo se aboca el miércoles ante el Granada a un encuentro de infarto en el que pondrá sobre la mesa las pocas opciones que le restan de alcanzar una permanencia más o menos tranquila.

Aún encajaría el Deportivo un tercer tanto en el descuento, de manera que recordó todavía más al conjunto que terminó precipitando la salida de Garitano. Consumido el efecto Mel, el equipo necesita ahora encontrar un patrón que le conduzca hacia la salvación sin apuros y prestando la menor atención posible a los equipos que se codean con él por un puesto en Primera División una temporada más. Tendrá que buscar alternativas el entrenador madrileño después de dos patinazos consecutivos que lo han señalado principalmente a él por su lectura de los encuentros, a pesar de que ayer también se refrescaran las excusas procedentes desde el banquillo.