Si ante el Sevilla hacemos la primera media hora que realizamos contra el Granada, en ese espacio de tiempo tenemos cuatro encima.

Más o menos esas fueron las palabras de Pepe Mel al término del encuentro del pasado miércoles ante el conjunto nazarí.

Y no estuvo muy lejos de acertar en su advertencia. Únicamente dos solidarias acciones del equipo del Nervión en área propia, al margen de que Gaël Kakuta estuvo muy acertado en sus dos intervenciones, evitaron que ese vaticinio pudiera hacerse realidad. El Deportivo, que es lo que nos ocupa y preocupa, insiste en vivir asomado al precipicio. Y lo hace mostrándose casi grotescamente en su forma de competir. Blando, ingenuo, pasivo, son adjetivos que califican el comportamiento defensivo del equipo, sobre todo en el área.

La banda derecha blanquiazul era una autopista por donde el Sevilla entraba sin pagar peaje, más bien lo cobraba. Sin ayudas defensivas en el inicio de las jugadas cerca del área coruñesa, los sevillistas eran capaces de colocar balones dentro del área con una facilidad pasmosa.

Menos mal que el equipo andaluz no vive sus momentos de mayor esplendor, sobre todo en su faceta defensiva. Esto hizo posible que el Deportivo pudiera incluso llevar cierto estado de nervios al banquillo blanco, al responder en el marcador de forma casi inmediata, a cada gol local.

De nuevo el equipo coruñés fue incapaz de responder más allá que en el marcador en esos momentos puntuales. Y es que en lo que se refiere al juego se mostró falto de agresividad defensiva, romo y sin luces en ataque, y sus acciones con balón se realizaban a base de impulsos, sin un juego cohesionado.

Poco a poco el equipo iba desapareciendo del partido sin que el Sevilla mostrara una superioridad insalvable. El segundo tiempo fue soporífero, agudizando cada vez más los defectos del equipo y la nula capacidad o posibilidad de modificar la situación, permitiendo que el equipo local se fuera mostrando superior.

Solamente en la parte final del partido los dos equipos dispusieron de situaciones para cambiar el resultado, pero como no podía ser de otra forma y gracias a otro regalo de la zaga coruñesa, fue el Sevilla quien consiguió el objetivo de sentenciar el encuentro.

Difícil poder pensar con optimismo si lo hacemos desde lo que ofrece el equipo. Mejor pensar que los que ya están cayendo al abismo, no consigan remontar el vuelo.