Gol, salvación virtual, Riazor rendido en ese momento, por fin delantero titular del Dépor y en Primera, cerca de su casa tras dar vueltas y vueltas por Europa... El momento lo tenía todo y diez minutos después se quedó en casi nada. Primero llegó una celebración con amago de echarse el dedo índice a la boca, un gesto que terminó de encender a un Riazor a disgusto con Joselu y que ya ha sido censurado por la Federación de Peñas. Y luego unos aspavientos y una reprimenda a Mel tras la sustitución que le dejan en mal lugar. Desplante al técnico que ha confiado en él y feo a sus compañeros. Mientras, una parte de la grada anotando en la libreta de reproches a un delantero al que se le mira con lupa. Un día que podía haber sido grande, muy grande y que deja su continuidad aún más en el aire. No hay química.

Joselu llegó como un regalo a Riazor. Era prohibitivo para el Dépor y, de repente, el club lo cazó a modo ganga en las terceras rebajas cuando ya apuraba la hora de cierre. Ni siquiera influyó su pasado celeste. Se acababa de ir Lucas y, ante el erial que tenía ante sí, su fichaje era maná. Su debut interruptus de 20 minutos ante el Athletic alimentó esa sensación de echarle de menos cuando ni había llegado ni se había ido. Durante meses fue el presunto salvador, la bala en la recámara. Su doblete en el Bernabéu acrecentó esa fama de mesías blanquiazul. Desde entonces, fue condenado a un papel residual por Garitano, mientras aumentaba la sensación de verso suelto en el fútbol del equipo, y fue perdiendo ese halo delante de una afición que tiene otro tipo de gustos. Hay muchos ejemplos, lejanos y recientes. Mel le rescató y ahí tuvieron que convivir quienes no hacían las mejores migas.

Joselu es un ariete muy específico. Más que aseado con el balón, se nutre de los centros al área, de un juego más directo. Sufre si no está bien alimentado desde las bandas, cuando tiene que correr a campo abierto o debe generarse sus propias ocasiones con la pelota en los pies y a varios toques. También le cuesta activarse en la presión. Todo condicionado por su altura y su corpulencia, justo las que le convierten en un valor en el juego aéreo. Este Dépor se ha mostrado como un grupo al que le cuesta atacar en estático y al que se le atraganta la producción de juego directo. O recupera en campo contrario y sorprende o juega con metros y espacio por delante, siempre con el esférico en el suelo. El panorama se ajusta más a las cualidades de un Andone, que por momentos acompaña mejor al equipo y es capaz de generarse su propia comida ofensiva. El rumano tiene, además, cautivados a los deportivistas con su agresividad, a pesar de que atraviesa un evidente bache (dos tantos en 888 minutos desde diciembre). Hasta vitorearon su calentamiento. Unos tanto y otros tan poco.

Ese cóctel durante la Liga y ante el Málaga fue el que desató al incomprendido Joselu en una docena de minutos. Gol en la primera decente que tuvo. Su celebración con las manos en las orejas es habitual en su trayectoria, pero ese dedo durante unos instantes delante de los labios se presta a la interpretación de una afición alerta ante cualquier movimiento suyo. Ni lo explicó ni lo aclaró ante un micrófono o en redes sociales, como sí hizo Juanfran hace una semana. Tampoco aprovechó para pedir perdón al técnico que ha confiado en él. Aún puede hacerlo, la duda es si llegará a tiempo ante la grada para reconducir una situación que puede enquistarse y seguir en el Dépor. Su continuidad requiere un importante desembolso, el dinero no sobra.

Arribas, Luisinho y Mosquera

Futbolísticamente no ha habido un cambio radical y, por momentos, el Dépor sigue mostrando las mismas deficiencias futbolísticas y desconexiones mentales de antaño, pero Pepe Mel ha reactivado lo justo al equipo para hacerlo más competitivo y encaminarlo a la salvación. Produce medio punto más por partido que Garitano y una utópica proyección a toda a la Liga de su cosecha en estas jornadas le permitiría rebasar la barrera de los 50 puntos. Otro de sus méritos es recuperar algunos nombres que se han revelado claves en este mes y medio: Arribas, Luisinho y Mosquera. El central dio una exhibición y confirmó que acaba mejor que Sidnei la temporada; el lateral, omnipresente, asistió arriba y cortó providencial abajo; y el pivote, arriesgando su físico, sumó a su fútbol de las últimas semanas el segundo tanto salvador; esas dos acciones ganarán valor con el tiempo. Las caras de una reacción justo a tiempo que no debe ocultar las carencias de un proyecto sobre el que reflexionar.